Hay una frase que retumba en sanfermines: «Me voy a poner morado». Sí, el joven visitante llega el día 5 de julio a las calles de Iruñea con la intención de comerse el mundo, beber ingentes litros de alcohol y, ¿por qué no?, terminar la noche en buena compañía. Hay quien no sabe que en Euskal Herria no se folla.

Entre todos los que nos visitan hay una especie que resalta por su dantesco espectáculo. El día 6 las calles de Iruñea se convierten en el plató improvisado de «Hombres, Mujeres y Viceversa». Cuadrillas enteras cuyo modelo a seguir en la vida es el del caduco personaje televisivo Rafa Mora ocupan la pared de cualquier bar en busca de sus tronistas particulares. Y eso que los balcones de Alde Zaharra lo dejan bien claro. «Babosos kanpora», se puede leer en más de uno.

Ataviados con camisetas en las que casi se aprecia hasta el nombre del gimnasio al que acuden mañana y tarde, no cruzan una sola palabra entre ellos y ponen en práctica su mayor habilidad: imitar al suricato. Este pequeño mamífero africano a quien Timón, protagonista del Rey León, hizo famoso que se sitúa en posición erguida y gira en rápidos movimientos el cuello, pero lo hace para defenderse. Nuestros pretendientes, sin embargo, han adquirido esta habilidad y la han adaptado perfectamente a su hábitat. Pese a que pueda parecer lo contrario, los pretendientes sanfermineros tienen el cuello para algo más que sostener la cabeza (no para pensar) e imitando al suricato, otean el horizonte en busca de todas sus posibles víctimas.

Los pretendientes no se dan cuenta de que Iruñea es más tierra de Pumbas. Las calles sanfermineras son más propias de buenos jabalís de las montañas de Euskal Herria. Sin renunciar al apareamiento sanferminero, fija su atención en los cubatas, que no se quejan, o por lo menos no lo hacen hasta que regresan a la mañana siguiente en forma de resaca sanferminera.

Pero no te preocupes, la inmigración de estos animales unineuronales es pasajera. Incluso hay gran parte de ellos que ya han abandonado estas tierras para seguir con su periplo por toda disctoeca Pacha que encuentren. Su ridículo espectáculo no dura mucho en ningún puerto., a excepción del circo de suricatos situado en el plató de televisión de Fuencarral.