(...) Baviera está cansada de ser el pagador en Alemania y ahora está llevando su caso ante los tribunales. Por fin, algunos podrían decir. Sin embargo, el paso es prematuro, porque el Estado está solo en su iniciativa. Los otros dos grandes Estados donantes no están actuando así. Baden-Wurtemberg y Hesse han amenazado en el pasado con dar ese paso, pero siempre les ha podido el miedo al final -y ellos saben muy bien por qué-. Es un secreto a voces que la armonización fiscal necesita ser reestructurada. Eso ya está previsto para finales de la década. Y, de todos modos, solo un par de cosas van a cambiar en ese momento. Por un lado, la ayuda adicional para los estados del este (más de un billón de euros en ayudas implementadas desde la reunificación) serán eliminadas. (...) Todos los estados alemanes tendrán que equilibrar sus presupuestos para ese entonces. El mismo año, la relación (fiscal) entre los estados volverá a ser nuevamente regulada. Por lo tanto, no tiene mucho sentido ahora tratar de romper el juego y uno de sus elementos».(...)

Tan fácil como el títular de «Baviera paga, Berlín hace caja» pueda ser escrito, las reglas en torno a la armonización fiscal son mucho más complicadas -como lo es toda redefinición de las normas-. Hay razones políticas, económicas y sociales para eso también. Cualquier cambio radical en el sistema violaría el imperativo constitucional de hacer posible la igualdad de condiciones de vida en toda Alemania. Además, hay cuatro estados donantes frente a los doce beneficiarios de la ayuda. La experiencia ha demostrado que va a ser difícil empujar hacia un aligeramiento de las cargas en contra de una grupo de Estados beneficiarios tan grande.(...)