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Pastorales kafkianas

Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Sobre mi mesilla «Pastoral Americana», de Philip Roth. Será una de las lecturas escogidas para este verano confuso en el que el descanso mental parece, cada día que me roba el calendario, algo más inaccesible e inalcanzable. Supongo que la caída libre a la que nos están sometiendo, y que padecemos desencajados, tiene mucho que ver con este estado de frenopático. Leeré, muchas leeréis, estaréis leyendo de hecho. Escapando de la realidad y alimentándoos con algo de esperanza llegada de la ficción. O simplemente disfrutando. Disfrutando de esos pequeños momentos que hacen que esto que nos rodea merezca la pena. «Decrecimiento» ante el crecimiento kafkiano de la macroeconomía, decía una buena amiga. Decrecimiento para poder tener una vida sencilla pero plena. Decrecimiento para alejarnos de lo absurdo y lo anodino, de lo putrefacto. Y no es nada fácil «sacudir el corazón de la basura de las palabras», como decía Boris Pasternak en su poema. Es complicado. Tan complicado como entender qué pasa a nuestro alrededor, qué se nos está escapando o de qué huimos. Las calles amigas de las protestas reciben pancartas que rezan lemas como el de «no habrá paz» mientras los números bailan una danza macabra que sitúa a la cultura en un abismo, alejándola de los bolsillos más populares. «Vivíamos por encima de nuestras posibilidades» suena una y otra vez en mi cabeza. A lo mejor tenía que haberme decidido por comprar el chándal de «La Roja», a plazos y a través de algún diario, y olvidarme de comprar libros de Philip Roth. Todo me parece una broma. Como cuando tienes hambre, abres una nuez y dentro solo hay una nota que pone: «Ja, ja, ja».

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