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Las amenazas derivadas del accidente de Fukushima agitan la ola antinuclear en Japón

La amenaza del cáncer de tiroides sobre los niños de Fukushima y que los trabajadores la planta fuera obligados a mentir sobre los niveles de radiación no han hecho sino agitar la ola antinuclear que recorre Japón.
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GARA | TOKIO

Miles de japoneses volvieron a salir ayer a las calles para expresar su rechazo a la energía nuclear, de la que las autoridades niponas han vuelto a echar mano estas últimas semanas con la puesta en funcionamiento de dos de los más de medio centenar de reactores atómicos que habían decidido parar tras el trágico accidente nuclear de Fukushima, provocado por el fuerte terremoto y el devastador tsunami del 11 de marzo de 2011. La central Oi, que puso fin en junio al primer mes de apagón nuclear en Japón en 42 años, reactivó ayer el segundo de sus reactores, en medio de las protestas ciudadanas, que se han multiplicado en las últimas semanas y ayer volvieron a las puertas de la residencia oficial del primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, en Tokio.

La reactivación del segundo reactor de la central de Oi coincidió en el tiempo con la publicación de un informe que señala que más de un tercio de los niños de la región de Fukushima podrían ser proclives a desarrollar cáncer en un futuro cercano si los médicos no acometen más esfuerzos en el tratamiento de sus glándulas tiroides, que presentan un tamaño mayor del normal, y no recurren a la ayuda sanitaria internacional.

Según recogió Telesur, la profesora que administra las pruebas y es asociada al Hospital de la Universidad de Medicina de Fukushima, Naomi Takagi, afirmó que «el 35,8% de los niños tienen nódulos o quistes, pero eso no es lo mismo que el cáncer (...) Esta es la primera prueba y solo veremos los efectos de la exposición a la radiación después de cuatro o cinco años».

Mientras, algunos facultativos han expresado su indignación por el hecho de que los resultados no hayan sido suficien- temente difundidos.

La pediatra Helen Caldecott indicó que «las lesiones deben ser sometidas a una biopsia, que no se ha realizado», porque lo contrario es una «irresponsabilidad médica, ya que si algunos de esos niños tienen cáncer y se quedan sin tratamiento, van a morir».

Según un reciente informe realizado por el Instituto Japonés de Ciencias Radiológicas, algunos niños fueron expuestos a unos niveles de radiación equivalentes a «toda una vida» para sus glándulas tiroides.

Investigación

Por otro lado, el Ministerio nipón de Salud, Trabajo y Asuntos Sociales investigará a una empresa subcontratada por los gestores de la planta nuclear de Fukushima que al parecer obligó a un grupo de trabajadores a mentir sobre los altos niveles de radiación a los estuvieron expuestos durante las tareas de la limpieza de la central accidentada, porque si esos niveles superaban el límite legal no podrían trabajar.

Las primeras informaciones sobre esta posible negligencia salieron de un ejecutivo de Build Up -la empresa subcontratada por la operadora TEPCO-, que ayer declaró al diario «Asahi Shimbun» que la compañía obligó a un grupo de diez trabajadores a forrar de plomo sus detectores de radiación para alterar a la baja las cifras de radiactividad durante las tareas de limpieza, que posteriormente debían ser reflejadas en un informe de trabajo. Algunos trabajadores se negaron a hacerlo y abandonaron la empresa.

Los operarios fueron contratados el pasado marzo por cuatro meses para forrar con aislantes de calor las tuberías de tratamiento de agua de la central, precisa la agencia Kyodo.

mentiras

Medios locales japoneses informaron ayer de que la empresa de construcción Build Up, subcontratada por TEPCO para tareas de limpieza, obligó a un grupo de trabajadores a mentir sobre los niveles de radiación, rebajándolos.

cinco años

Las últimas investigaciones indican que en el transcurso de cinco años el agua altamente contaminada del océano Pacífico tras el accidente de Fukushima podría llegar a la costa oeste de Estados Unidos.

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