
El colapso del Estado espa�ol impulsa a Euskal Herria a construir su propia alternativa
La situaci�n del Estado espa�ol es de emergencia total. Lleva meses en medio de una tormenta que ha ido capeando, con m�s pena que gloria, a base de eufemismos ante la opini�n p�blica y parches de cara a los mercados. Pero la cuerda no da m�s de s�, y hoy todo el mundo admite, de forma abierta o sotto voce, que la econom�a espa�ola est� abocada al rescate integral. Incluso el Gobierno, cuyo cr�dito se ha agotado en apenas medio a�o, hace ya pocos esfuerzos por desmentirlo. De hecho, en algunos �mbitos se empieza a asumir como mal menor, con el fantasma de la suspensi�n de pagos o una salida del euro asomando en el horizonte.
Los acontecimientos se precipitaron el viernes, cuando la petici�n de ayuda por parte de la Comunidad Valenciana alz� la prima de riesgo hasta un m�ximo hist�rico de 612,5 puntos, lo que quiere decir que, tal como est� en estos momentos el bono alem�n, el rendimiento de la deuda espa�ola alcanzaba entonces el 7,283%. Apenas baj� un par de d�cimas al cierre de la sesi�n; en todo caso, un nivel insostenible para una econom�a ahogada por la deuda y el d�ficit. Sirva para ilustrar la gravedad de la situaci�n el hecho de que el propio Ejecutivo prev� que los intereses de la deuda asciendan el pr�ximo ejercicio a 38.000 millones de euros, cuando el gasto total de todos los ministerios ser� de 31.000 millones. Con estos n�meros, y una perspectiva de recesi�n de al menos otro a�o y medio, no es de extra�ar que nadie conf�e en su capacidad para salir a flote.
Parad�jicamente, la jornada m�s complicada para el Gabinete de Mariano Rajoy coincidi� con la aprobaci�n del rescate del sistema financiero por parte del Eurogrupo. Lo que deb�a haber sido un b�lsamo se evapor� a causa del sofoco burs�til. En realidad, poco le ha durado al l�der del PP el respiro que le concedieron los mercados hace unas semanas, cuando decidi� llamar a la ventanilla europea para salvar a la banca. Ni los 100.000 millones comprometidos por la Uni�n Europea, ni los dur�simos recortes aprobados a rengl�n seguido, han devuelto la confianza sobre la econom�a espa�ola. Solo han servido para empobrecer a�n m�s a la sociedad y encender el �nimo en las calles. Ahora, incapaces de frenar la sangr�a, solo les queda apelar al Banco Central Europeo (BCE) para que compre deuda y vuelva a poner un parche. Hasta la pr�xima crisis. Quiz� la definitiva.
Dise�ar una alternativa desde Euskal Herria
El problema para los habitantes de Hego Euskal Herria es que el naufragio espa�ol se va a llevar todo por delante. Hoy por hoy no hay salvavidas dentro de este marco, y si el Estado colapsa y es finalmente intervenido, las consecuencias van a ser igualmente duras para nuestro pueblo. En una situaci�n de rescate integral no habr�a lugar para matices competenciales, y las medidas a�n m�s extremas impuestas desde Bruselas y Berl�n nos arrastrar�an a un callej�n de dif�cil salida. De la mano de Madrid no hay escapatoria posible.
En este sentido, intervenciones de marcado car�cter electoral como las que casi cada ma�ana protagoniza Patxi L�pez para mostrar un perfil propio, diferente al de Rajoy, no son tomadas en serio. Y resultan igualmente ins�pidas las medidas propuestas esta misma semana por el candidato del PNV a ocupar la Lehendakaritza, I�igo Urkullu, pensadas m�s para salir al paso de una situaci�n complicada que para un futuro de quiebra total como el que se anuncia. Este pa�s necesita una alternativa integral que le permita soltar ese lastre que siempre ha sido incompatible con su futuro pol�tico y cultural, y que ahora tambi�n lo es para su porvenir econ�mico.
En esto coinciden las formaciones pol�ticas que, como integrantes de EH Bildu, reunieron ayer en Bilbo a miles de personas, as� como los sindicatos y agentes sociales que han convocado una huelga general el pr�ximo 26 de setiembre. La quinta en los �ltimos tres a�os y medio. En este tiempo, la sociedad vasca ha demostrado una encomiable capacidad de movilizaci�n, queda sin embargo el paso de plasmar esa fuerza social en un proyecto definido y, sobre todo, llevarlo a la pr�ctica.
El espejo noruego
Ha llegado el momento de pasar de la contestaci�n a la construcci�n. De empezar a edificar nuestro propio modelo, cuyas caracter�sticas tienen que ser muy diferentes a las que han conducido al Estado espa�ol a la quiebra econ�mica, pol�tica e institucional, y que tambi�n han dejado tocado el proyecto de la Uni�n Europea, lastrado de origen por intereses ajenos al de los pueblos que la componen. El noruego, por el contrario, es un espejo que s� merece ser observado. Cuando se cumple el primer aniversario de los brutales ataques de Oslo y Ut�ya, el pa�s escandinavo y su ciudadan�a se han reafirmado en un modelo que les ha llevado a encabezar el �ndice de Desarrollo Humano de la ONU, y a ser un ejemplo de respeto, tolerancia y convivencia. No solo en el terreno econ�mico, tambi�n en su concepci�n de la democracia, la distancia entre Noruega y el Estado espa�ol es incluso mayor que la que les separa en el mapa.