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La «Currywurst», la salchicha al curry berlinesa, es objeto de disputas familiares

La salchicha al curry, tesoro de la gastronomía berlinesa, agudiza el «apetito» de los cada vez más numerosos comerciantes que se aprovechan de su éxito, en una voraz competencia que se refleja en las salas.

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Ekhi MARTIN | BERLÍN

La salchicha al curry, tesoro de la gastronomía berlinesa, agudiza el «apetito» de los cada vez más numerosos comerciantes que se aprovechan de su éxito, en una voraz competencia que se refleja en las salas.

«Hay un verdadero boom de la Currywurst, hay carteles publicitarios por todo Berlín», explica a Mario Ziervogel, de 48 años, propietario del «Ziervogel's Kult-Curry», un restaurante dedicado a la especialidad que abrió recientemente sus puertas.

Su nombre es ya conocido para los berlineses: su madre, Waltraud Ziervogel, de 76 años, dirige el establecimiento «Konnopke's Imbiss» (el tentempié de Konnopke, el nombre del padre de la señora Ziervogel). Esta tienda se ha hecho especialista en la salchicha; la corta en rodajas y la sirve bañada de salsa de tomate al curry, que se degusta de pie y deprisa a la salida del trabajo o de los clubes nocturnos.

Muy del gusto de antiguo canciller socialdemócrata Gerhard Schöder, Konnopke Imbiss" reivindicó haber sido el primer establecimiento en vender las celebres salchichas en la parte este de Berlín. Eso fue en 1960 en el distrito de Prezlauerberg. Después de 23 años de servicio en la empresa familiar, Mario Ziervogel comenzó por su cuenta. «Casi a los 50 años ya quería ser mi propio jefe», explica. Pero esa independencia le ha costado una batalla judicial que ha saltado a los titulares. El objeto de disputa: la reina de «Konnopke's Imbiss» ha denegado a su hijo el derecho de utilizar la frase «Currywurst desde 1960», y lo acusa de «apropiarse de los frutos de su trabajo». A pesar de haber perdido el juicio, Mario Ziervogel no tiene intención de abandonar el legado familiar, comenzando por la misteriosa receta de la «Currywurst». La competencia es dura entre madre e hijo, instalados a una sola estación de metro de distancia.

Al oeste de Berlín, otra institución de la «Currywurst» continua con su expansión. «Curry 36», establecimiento referido por todas las guías turísticas e instalado tras 30 años el distrito alternativo de Kreuzberg, abrió el miércoles su segunda tienda, cerca del zoo. La cola formada el día de la inauguración parece confirmar sus ambiciones de expansión.

«Somos una de las principales marcas de Currywurst de Berlín», explica a Vera Stenschke, la joven mujer que gestiona «Curry 36» junto a su marido desde su creación. Según ella, el éxito comercial de la casa está en su salsa de ketchup. «La receta es un secreto absoluto. Si se revelara podríamos correr el riesgo de ser destronados», afirma. Stenschke y su marido quieren mantener celosamente su descubrimiento enfrentándose a la competencia. No dudan en arremeter contra de cualquiera que quiera utilizar la notoriedad de «Curry 36» para hacerse un hueco en el mercado.

La competencia no tiene descanso: en frente del nuevo puesto de «Curry 36», acaba de abrir su establecimiento un competidor. Vera Stenschke y su marido ya están planeando la apertura de tres puestos más en Berlín en 2013. Según el museo berlinés de la «Currywurst», 800 millones se consumen cada año en Alemania.

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