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Raimundo Fitero

Acumulación de obituarios

 

Quién tiene más importancia televisiva, José Luis Uribarri, Gregorio Peces-Barba o Paco Morán? Al formular la pregunta, reduciendo a estos tres fallecidos de las últimas horas los reseñables, ya se ejerce una discriminación coactiva fruto de una preselección ideológica o de la memoria emocional televisiva. Algunos se preguntarán, para empezar, ¿quién es Paco Morán? Pues contesto, un actor de teatro que se instaló en Barcelona en los últimos treinta años, pero que había sido uno de los pioneros en el teatro radiofónico y televisivo, copando numerosas horas televisivas interpretando a toda suerte de personajes de la historia universal de la literatura dramática, amén de algunas series pioneras que le confirieron una gran ascendencia popular. Ya está, solucionado el primer escollo. Pero han muerto un «padre» de la constitución española vigente y un «`padre» de Eurovisión. Y si bien, en el sentido estricto, tendría más sentido hablar de José Luis Uribarri, porque es conocido única y exclusivamente como presentador y animador de muchos programas musicales de TVE, como voz desde finales de los años sesenta del siglo pasado de las retransmisiones ominosas de Eurovisión, su importancia relativa en estos días es menor, ya que su adicción a los platós, le llevó a dilapidar por cualquier canal que le prestara atención su prestigio, su capital televisivo. Además se metió en asuntos de desencuentros familiares que acabaron en otro tipo de programa poco recomendable.

Por lo tanto, por deducción es otro «padre» de esta Constitución que tanto aprieta, ahoga y destruye, Gregorio Peces-Barba al que casi conocemos más, porque su actividad política se plasmaba constantemente en la televisión, porque no hacía ascos a una cámara y un micrófono, porque era amigo, según supimos por «Salvados» hace muy poco, del suegro de Urdangarin, porque en los últimos años había tenido intervenciones publicas que dejaban al descubierto su talante menos democrático o al menos muy distante de lo que se esperaba de un padre, por lo que parece que ha muerto otro padrastro. Sonarán campanas, panegíricos, pero seguirá subiendo la prima de riesgo y el desastre continúa.