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Maite SOROA | msoroa@gara.net

El delirio patriótico del delegado español

Carlos María de Urquijo, delegado del Gobierno español en la CAV, debería pedir vez e ir a consultar al especialista sobre los fantasmas delirantes que, a tenor de lo que escribe, parecen haberle colonizado la mente. El pobre hombre dice unas cosas que delatan que se le va la pinza.

Servidora conoce los antecedentes y la trayectoria de semejante especimen, sus tics de militroncho y su fiebre antiaber- tzale. Este país hace tiempo que le cogió la matrícula. Las hemerotecas están llenas de sus desmanes. Ser jefe de guardiaciviles y policías lo lleva en la sangre, es un puesto que le viene como anillo al dedo.

Ayer publicó una tribuna en el diario «Abc», que conocidos los antecedentes del personaje y visto el título «Vascos en la marca España», llamó la atención de mi curiosidad.

El susodicho delegado se dirige al recién nombrado Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, el empresario de estirpe militar Carlos Espinosa de los Monteros, para rogarle que cuente con los vascos para dar lustre a la patria (española). Ruega al destinatario de su misiva que no olvide que «los vascos, indisolublemente unidos a España, hemos sido desde antaño avezados agentes culturales y comerciales y que España no tendría la gloria que hoy dispone sin personajes...» y da una lista de conquistadores, militares y clérigos vascos.

Allá cada cual con sus héroes. Sin embargo, más adelante nombra a Otegi, Antxon, Rufi Etxeberria, Goirizelaia, Iruin, etc... a quienes acusa de «tratar de acabar con su propia identidad» (española, por supuesto) y tratar de desprestigiar a «su país» a la vez que «intentaban terminar con el magnífico sistema político surgido de nuestra ejemplar transición». Y digo yo que cada uno debe ser lo que siente y quiera ser, ¿verdad?

Pues no, trata a las personas citadas como «un minuto en la secular historia de España» y llama a no olvidarse de la «mayoría de los vascos, que han hecho más grande a nuestra Patria». Ya ven como derrapa el delegado, hasta donde llega su delirio patriótico español.

Pero se le ve la patita cuando teme que en este país se dé un recrudecimiento del sentimiento de «no vernos arrastrados» por España. Ahí lleva razón. En eso, puede contar con- migo y con todas mis amigas.

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