«Atletas genéticamente modificados», la última amenaza al espíritu olímpico
Por si no estuviera lo suficientemente prostituido con la comercialización a la que es sometido en citas como esta, el tan manido espíritu olímpico tiene una nueva amenaza en London: la sospecha de que pueda haber campeones que se hayan sometido a modificaciones genéticas.
Jon ORMAZABAL
Casi con la misma disciplina y dedicación que los deportistas han preparado esta cita olímpica de 2012, los científicos están inmersos en una contrarreloj para desarrollar un método fiable para detectar la que puede ser la versión más sofisticada del dopaje: la posible existencia de deportistas que se hayan sometido a modificaciones genéticas en una carrera desesperada por alcanzar el oro.
Como ha venido sucediendo esta prueba de persecución entre las técnicas de dopaje y el desarrollo de métodos de detección de estas prácticas, los expertos asumen que la ciencia no llegará a tiempo para estos Juegos que ya han comenzado. Si bien nadie puede garantizar que ya exista el «dopaje genético», la posibilidad teórica de que pueda modificarse el ADN de un deportista para incrementar su potencia y su resistencia asusta a los responsables del deporte mundial.
«Hoy en día no puede probarse. No sabremos si un atleta genéticamente modificado gana los 100 m en los Juegos de Londres, al menos de manera inmediata», reconoció a AFP el bioético Andy Miah. «Dentro de unos años, una prueba podrá demostrar si ha habido dopaje genético y se tendrá la posibilidad de retirar medallas», aseguró.
En términos teóricos, gracias a esta nueva técnica, un atleta puede inyectarse en su cuerpo ADN fabricado en un laboratorio por vía de un portador, como un virus, para estimular la producción de hormonas de musculación o de glóbulos rojos, que llevan el oxígeno a los músculos.
Un virus introduce su propio ADN en la célula humana, que después replica el ADN que contiene instrucciones biológicas. «Se puede coger a un atleta hecho y derecho, a un atleta desarrollado y hacerle más fuerte y mejor modificando sus genes», asegura Don Catlin, un médico que ayudó a la creación del primer laboratorio que investigó esta técnica en Estados Unidos.
«No hay nada hasta donde yo sé, pero una vez más, nadie me va a llamar y contármelo. Estamos preocupados porque teóricamente es posible. Conocemos gente que lo intentará y probablemente lo esté intentando ya», reconoce Catlin.
En 2006, el mundo del deporte se vio obligado a replantearse su lucha contra el dopaje cuando se acusó a un entrenador alemán de tratar de usar una terapia genética experimental, llamada Repoxygen, antes de los Juegos de Invierno de Turín.
Considerado como un posible tratamiento para la anemia, el Repoxygen contiene un virus sintético que transporta el gen de la eritroproyetina (EPO), una hormona que insta al cuerpo humano a aumentar la producción de glóbulos rojos.
La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) añadió la EPO a la lista de sustancias prohibidas en 2003 y ha invertido millones de dólares en métodos para detectarla. «Hemos contratado a especialistas de terapias genéticas de todo el mundo y trabajan con nosotros desde 2002», dijo a AFP el director general de la AMA, David Howman, quien asegura que «no hay evidencias», por ahora, de deportistas que hayan sido sometidos a manipulaciones genéticas.
«Nadie tiene ejemplos de esto, pero eso no significa que no esté ocurriendo», señaló el bioético Miah, autor de varios informes sobre dopaje olímpico. «Ese es el problema con el dopaje en general. No se sabe muy bien lo que están haciendo los deportistas».
Especialistas como Miah, Catlin o el experto en genómica del deporte Alun Williams coinciden en que en los Juegos de Londres no existirán métodos de detección precisos para este tipo de dopaje. Un gen que potencie el crecimiento inyectado directamente en el músculo es prácticamente indetectable con los tradicionales análisis de orina o sangre, según Williams, de la Universidad Metropolitana de Manchester.
«Si se pudiese realizar una biopsia muscular de un atleta, se tendrían más posibilidades de detectar prácticas prohibidas, pero es un método mucho más invasivo... y se debería hacer en cada uno de los músculos», una técnica que nunca será aprobada.
Utilizando las técnicas existentes, las probabilidades de encontrar ADN externo en un atleta es «probablemente similar a la de encontrar una aguja en un pajar», reconoce Williams, quien añade, sin embargo, que sí será detectable «dentro de pocos años».
Pruebas congeladas
Con la nueva normativa, la sangre y la orina de un atleta olímpico puede guardarse durante ocho años, lo que significa que esas muestras podrían someterse a pruebas de dopaje genético una vez se implanten métodos fiables de detección.
Así, recientemente el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió sacar de sus congeladores las muestras de los controles antidopaje de los Juegos de Atenas, antes de la expiración de su validez jurídica, este 2012, para someterlos a los últimos métodos de detección de sustancias prohibidas.
Desde 2004, todas las muestras de orina y sangre que tienen que facilitar todos los grandes campeones terminan en un gran congelador, en el subsuelo del laboratorio antidopaje de Lausana (Suiza). Esas muestras, repartidas por colores diferentes según las ediciones de los Juegos Olímpicos, se conservan a 20 grados centígrados bajo cero para evitar su degradación, con la idea de que puedan ser utilizadas en el futuro para ser sometidas a nuevos métodos y avances que no se tenían en el pasado.
De esta manera, la ceremonia de clausura de los Juegos ya no es una garantía de impunidad para los atletas dopados, que permanecen con la amenaza de ser descubiertos durante ocho años, el plazo de prescripción fijado por el Código Mundial Antidopaje.
En esos ocho años, los métodos de detección de ciertas variantes del EPO se han perfeccionado y los de la hormona de crecimiento han permitido cazar a varios deportistas, mientras que ahora existen pruebas para la insulina u otros productos que antes no se podían detectar. «No volvemos a hacer análisis porque tenemos una confianza plena en el laboratorio antidopaje de Atenas. Lo que hacemos son análisis complementarios», precisa el director médico y científico del COI, Patrick Schamasch.
«Hemos identificado un cierto número de productos y de atletas en función de datos particulares, de informaciones y algoritmos que hemos definido», explica.
Los primeros «análisis complementarios» efectuados por el COI en 2009 fueron fructíferos. Unos meses después de los Juegos de Beijing, se logró cazar a cinco deportistas, entre ellos el bahreiní Rachid Ramzi, oro en los 1.500 metros, y al medalla de plata en ciclismo en ruta, el italiano Davide Rebellin. Los dos fueron forzados a renunciar a sus metales olímpicos.
que compiten en disciplinas olímpicas de verano han sido sancionados en los seis meses anteriores a junio y no estarán en London.
La mitad de todos los atletas olímpicos que participarán en los Juegos de Londres 2012 se someterán a pruebas antidopaje en la mayor operación de este tipo que se lleva a cabo en la historia de los JJOO. Un equipo de 150 científicos tomarán más de 6.000 muestras hasta finales de los Juegos Paralímpicos, el próximo 9 de setiembre, para asegurar que el evento no queda empañado por irregularidades.
El laboratorio antidopaje de Londres 2012, operado por los laboratorios de GlaxoSmithKline (GSK), el Locog (comité organizador de los JJOO) y el King's College de Londres, estará operativo 24 horas durante todos los días de la semana. Entre los atletas que se someterán a exámenes de este tipo se encontrarán todos los ganadores de alguna medalla olímpica. Más de un millar de personas trabajará en ese laboratorio, donde se tomarán más de 400 muestras diarias para detectar más de 240 sustancias prohibidas. No obstante, la búsqueda de los tramposos ha comenzado antes ya que, de manera preventiva, en los últimos seis meses y hasta mediados de junio, al menos 107 atletas fueron suspendidos por dopaje y quedaron descartados de los Juegos. GARA