ZIENTZIA
Una vacuna para dejar de fumar. ¿Será la definitiva?
Científicos estadounidenses han creado una vacuna que previene que la nicotina llegue al cerebro y, por lo tanto, evita que el tabaco produzca placer en el fumador. Han experimentando con ratones; se probará con primates y, más adelante, en humanos.
Jon ADAN
Es un estudio muy interesante y el día que se confirme será una revolución en el tabaquismo, aunque también habrá que analizar los efectos secundarios que provoca; no obstante, resulta esperanzador». Es la reflexión de Agustín Salazar, médico de familia en el Centro de Salud de Deusto, que comenta un estudio realizado por investigadores del Weill Cornell Medical College (EEUU) que, experimentando con ratones, han creado una vacuna que previene que la nicotina llegue al cerebro y, por lo tanto, evitaría que produzca placer en el fumador.
Según han informado estos investigadores, una dosis de esta vacuna logró proteger a los animales de la adicción a la nicotina durante toda su vida. «Si se confirman los resultados, la estrategia podría potencialmente ser un tratamiento para ayudar a los fumadores a dejar el hábito», indica el doctor Ronald Crystal, director del estudio. No obstante, el doctor Salazar advierte de que en todos estos estudios realizados primero en animales, suele pasar un largo período de tiempo hasta que se aplican en humanos. «Tenemos que visualizarlo como una expectativa de futuro, pero muy esperanzadora», matiza.
La nicotina está considerada como uno de los compuestos más adictivos que se conocen, ya que contiene sustancias que incrementan los niveles de un compuesto químico cerebral en los llamados «circuitos de recompensa» del cerebro. Es este incremento el que produce la euforia, relajación y placer que siente el fumador con un cigarrillo.
Cuando se inhala el humo del tabaco, la nicotina pasa en segundos por los pulmones hacia la corriente sanguínea y, una vez allí, se dirige hacia el cerebro y se adhiere a los circuitos de recompensa para desencadenar sus efectos placenteros y adictivos. «Son nueve los segundos que tarda en llegar al cerebro y tiene una gran capacidad de adicción, superior incluso a la heroína», explica Salazar.
Y no hay que olvidar que el tabaquismo provoca numerosas y graves enfermedades, entre ellas el cáncer de pulmón, el cáncer de laringe y el de vejiga. Salazar recuerda que el infarto de miocardio también esta directamente relacionado con el consumo de tabaco, además de todos los problemas respiratorios que provoca, como la bronquitis crónica. Por último, destaca que el tabaquismo influye perjudicialmente en las mujeres embarazadas; «en este caso, además, provoca un bajo peso del feto al nacer y tienen más riesgo de desarrollar enfermedades en su época de lactancia».
Es por ello que desde hace tiempo los científicos están buscando formas de bloquear el camino de la nicotina hacia esos circuitos de recompensa cerebrales para curar a las personas de la adicción . «Hasta ahora había sido imposible porque la droga es tan pequeña que el sistema inmune no puede detectarla y puede pasar desapercibida», puntualiza Ronald Crystal.
Anticuerpos como método
Volviendo al innovador estudio, los investigadores del Weill Cornell utilizaron el hígado de los animales como «fábrica de producción» de anticuerpos capaces de atacar a la nicotina en el mismo momento en que la droga pasa a la corriente sanguínea, evitando que llegue al cerebro.
Los científicos utilizaron la secuencia genética de un anticuerpo antinicotina que había sido creado previamente y lo colocaron en un vector (un virus) que inyectaron en los ratones adictos a la nicotina. «Cuando recibieron la inyección, los animales comenzaron a producir continuamente el mismo anticuerpo en el hígado, y posteriormente estos anticuerpos comenzaron a flotar en la corriente sanguínea para atacar a la nicotina», detalló Crystal.
Los análisis posteriores mostraron que en los animales tratados con anticuerpos su concentración de nicotina en el cerebro era de solo el 15% comparando con los que no recibieron la vacuna. «Hasta donde podemos observar -concluye Crystal-, la mejor forma de tratar la adicción crónica a la nicotina es con estos anticuerpos que están `patrullando' continuamente por la sangre y evitando que la nicotina tenga algún efecto biológico».
No obstante, señala que el estudio es preliminar y todavía deberán llevarse a cabo investigaciones más amplias. A corto plazo planean probar la vacuna con ratas y primates y, si se confirman los resultados, dice, se probará en humanos: «Estamos muy esperanzados de que este tipo de estrategia de vacuna pueda finalmente ayudar a los millones de fumadores que han tratado de dejar el hábito».
Las alternativas actuales
En cuanto a los tratamientos contra el tabaquismo hoy en día, el doctor Salazar indica que lo más importante es el deseo de la persona de dejar de fumar. Después se encuentran los fármacos, que deben ser complementados por un seguimiento por parte de un profesional, ya sea un sicólogo o un médico, que aconseje al paciente unas pautas de tipo sicológico y conductual. «Estas terapias suelen desarrollarse a nivel individual; no obstante, cada vez se imponen más las consultas a nivel grupal, ya que el tabaquismo es un problema común», destaca.
En la línea farmacológica, explica que hay dos tipos de tratamiento: «Por una parte están los que contienen nicotina pero no se introducen por vía oral, como los parches de nicotina través de la piel o los chicles a través de la mucosa de la boca. Por otro lado se encuentran el bupropion y la vareniclina, que son pastillas que ayudan a dejar de fumar bloqueando los receptores donde actúa la nicotina en el cerebro». Salazar sitúa el porcentaje de éxito de estos métodos en un 30% o 40%.
En el último estudio realizado por Osakidetza, en 2007, se indicaba que el 54,6% de la población de la CAV no había fumado nunca, el 17,4% eran exfumadores y el 28,1% se consideraban fumadores -«llamamos exfumador al que no ha fumado un solo cigarrillo en, al menos, un año», puntualiza Salazar.
Según la Organización Mundial de la Salud, unos mil millones de personas fuman, principalmente en países de bajos y medianos ingresos, y el tabaco mata a casi seis millones de personas cada año. La OMS alerta de que, de no tomar medidas urgentes, para 2030 la cifra llegará a ocho millones.
Los investigadores de Weill Cornell parecen haber encontrado una solución a este grave problema. ¿Será la definitiva?