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Por primera vez, las mujeres podrán competir en todos los deportes en los Juegos Olímpicos

Han tenido que celebrarse 29 ediciones de los Juegos Olímpicos para que las mujeres pudieran competir en todos los deportes en que lo desearan. Con la inclusión del boxeo, en Londres podrán hacerlo. Y también podrán participar, por primera vez, mujeres de todos los países.

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Juan Carlos ELORZA

El movimiento olímpico tiende al desarrollo del deporte femenino. Nadie va a discutir esto (...). Pero, guste o no, existen ciertos límites para que esa incorporación progresiva de la mujer al deporte se realice sin que pierdan ninguno de sus encantos» (fragmento extraído de un artículo firmado por Juan José Castillo, director de El Mundo Deportivo entre 1976-1988, y fallecido en 2001, publicado el 27-7-1980 durante los Juegos de Moscú).

Los Juegos Olímpicos de Londres arrancaron ayer, en una especie de gesto simbólico, con los seis partidos de la primera jornada del torneo de fútbol femenino, ese deporte que el expresidente de Osasuna, Pachi Izco calificaba recientemente de «antiestético», para añadir a continuación, «sin ánimo de entrar en ninguna polémica, que hay otros deportes mucho más propios de las mujeres». Han pasado 32 años entre las dos citas y, aunque el trasfondo sigue siendo el mismo, lo que entonces constituía una opinión bastante extendida hoy se considera simplemente un disparate. Un avance importante.

Los XXX Juegos Olímpicos de Londres 2012 serán los primeros de la historia en que las mujeres podrán competir en todas las disciplinas, sin excepción, tras la inclusión en el programa del boxeo femenino, y también serán los primeros que certifiquen que todos los países participantes y miembros del COI incluyen mujeres en sus equipos olímpicos, tras avenirse a hacerlo las monarquías del Golfo Pérsico -18 mujeres entre Catar (4), Bahréin (8), Kuwait (3) Emiratos Arabes Unidos (2) y Omán (1)- y en última instancia Arabia Saudí, la más reticente y que ha tratado de imponer condiciones al Comité Olímpico Internacional hasta el último momento (la obligación del uso del velo para sus atletas, la compañía de un pariente varón cercano, y la prohibición de mezclarse con hombres en espacios mixtos), para acabar aceptando que dos mujeres formen parte por primera vez de su expedición, la judoka Wodjan Ali Seraj Abdulrahim Shahrkhani y la atleta de 800 metros Sarah Attar.

«El deporte le va a la mujer como anillo al dedo, solo que había que estudiar más detenidamente el problema y dictaminar, razonadamente, qué disciplinas pueden acomodarse mejor a sus especiales características. De lo contrario, dentro de unos criterios igualitarios simples, en un futuro próximo podríamos tener el boxeo y la halterofilia femenina instaladas en el programa olímpico (...). El balonmano femenino es la prueba palpable de que no todas las disciplinas se ajustan a las cualidades del bello sexo (...). Ni será nunca femenino el ciclismo, por muchas vueltas que se le dé» (J.J. Castillo, 27-7-1980). Con clarividencia destacable, el boxeo ha sido el último en sumarse, la halterofilia ya lo había hecho en Sidney 2000, y el balonmano... avanza a pasos agigantados para convertirse en un espectáculo de similar o mayor nivel incluso que el masculino.

Casi la mitad de los participantes

Si Beijing 2008 marcó un nuevo hito en la presencia femenina en unos Juegos, con un 42% del total de atletas inscritos, en Londres 2012 se avanzará un paso más para acercar esta cifra un poco más a la mitad de los participantes. De los 10.490 deportistas, 4.850 serán mujeres, superando el 46%. Cabe recordar que en la primera edición de los Juegos que se celebró en Londres, en 1908, ese porcentaje fue del 1'8%; creció hasta el 9'5% en la segunda ocasión en que la capital británica albergó este evento (1948), y a partir de ahí siguió aumentando sin parar hasta la actualidad (11'5% en Roma 1960, 22% en Moscú 1980, 38% en Sidney 2000...).

Resulta significativo que uno de los equipos más importantes y numerosos de esta edición, el de Estados Unidos, esté formado por más mujeres que hombres (269 por 261).

También es cierto que el hito que marca Londres tras 116 años de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna no significa el fin del camino, aunque si representa el final de una larga etapa, que proporciona una imagen clara de paridad en la práctica de todos los deportes que las mujeres han buscado durante años con su esfuerzo y dedicación, mostrando la convicción de que podían competir en cualquier disciplina con las únicas barreras que estableciera su talento.

«Lo que el deporte exige a la mujer es una gracia y una naturalidad en la acción que no se encuentran ni se encontrarán nunca en ciertas especialidades del deporte» (J.J. Castillo, 27-7-1980). Entre los múltiples obstáculos que ha tenido que ir superando el deporte femenino, no ha sido de los menores el de la creencia instalada en amplios sectores de la sociedad (incluyendo hombres y mujeres) de que determinadas prácticas deportivas, o su ejercicio a partir de cierta edad, constituían una excentricidad o una rareza, incompatible con los objetivos presuntamente inherentes a las mujeres. De ahí que se observara como lo más adecuado «orientar» a las deportistas hacia disciplinas en las que, en palabras otra vez de J.J. Castillo, «su femineidad quede resaltada y proyectada».

Sigue habiendo diferencias, pero menos

Las fuertes reticencias que muestran los países árabes alegando motivos religiosos o relacionados con la tradición seguirán existiendo, y en algunos deportes todavía se mantienen diferencias: hay once modalidades de piragüismo masculino por cinco de femenino, en esta edición se llega al equilibrio en las pruebas de ciclismo en pista (cinco y cinco, por siete y tres en Beijing 2008), en el boxeo que debuta los hombres compiten en diez pesos y las mujeres en tres, y el tenis se convertirá en Londres en el tercer deporte que incluye competiciones mixtas (junto al bádminton y la hípica).

Al mismo tiempo, también hay dos disciplinas en las que solo se registra participación femenina, la natación sincronizada y la gimnasia rítmica. En total, de las 302 competiciones que componen el programa olímpico de Londres 2012, 161 serán masculinas, 131 femeninas, y 10 mixtas.

A pesar de que aún queda camino por hacer, el que ya se ha recorrido es muy notable, y además las mujeres están dando buena muestra de que cada vez tienen menos que envidiar a los hombres en muchísimas disciplinas. En algunas las diferencias son ya casi inapreciables, en otras la progresión y las marcas son tan buenas que solo cabe explicar las diferencias acudiendo a las características físicas peculiares de cada sexo, y en los deportes colectivos los avances han sido tan espectaculares que solo el arraigo secular de los principales deportes masculinos impide un desarrollo aún mayor.

Si este crecimiento del deporte femenino se mantiene en la misma dirección, si su principal motor -la fuerza de voluntad de las propias deportistas, en todos los niveles- no desfallece, el próximo reto será el de reducir el abismo que le separa del profesionalismo de los deportistas masculinos, para poder conseguir acceder a un status que permitiera dedicarse al cien por cien a su disciplina a las deportistas de alto nivel.

Buena prueba de que las diferencias se centran ahora en ese espacio se han podido observar estos mismos días con la polémica que se ha suscitado en Australia con la discriminación de sexos en el viaje de la expedición olímpica de baloncesto a Londres: la Federación Australiana reservó asientos para el vuelo en clase «business» al equipo masculino, mientras el femenino viajaba en «turista». La discriminación no se basaba de ninguna forma en criterios deportivos, pues no en vano la selección femenina australiana ha logrado la medalla de plata en las tres últimas ediciones de los Juegos Olímpicos, solo superada por Estados Unidos, y acude con grandes posibilidades a Londres, mientras la masculina era 4ª en Sidney 2000, 9ª en Atenas 2004 y 7ª en Beijing 2008.

El próximo reto, un status profesional

La ministra australiana de Deportes, Kate Lundy, mostraba su opinión de que «los viajes de los equipos tienen que hacerse igual para nuestros atletas masculinos y femeninas»; la delegada gubernamental para la Igualdad de Sexos, Elizabeth Broderick, describió esta diferencia de trato como «un ejemplo altamente visible de la desigualdad de sexos entre nuestros mejores atletas», y Kristina Keneally, que próximamente sustituirá a Scott Derwin como director de la Federación de Baloncesto, señalaba que «en estas circunstancias, la diferencia es todavía más importante, ya que nuestro equipo de baloncesto [femenino] es uno de los dos mejores del mundo». La presencia de mujeres en puestos de responsabilidad, como en este caso, también podría ayudar a encauzar estas prácticas hacia otras más igualitarias.

La Federación trató de justificar la diferencia explicando que cada equipo nacional disponía de una cierta libertad en los gastos, incluídos los de transporte, pero ante la fragilidad del argumento sus directivos acabaron reconociendo que la desigualdad no era aceptable. «Vamos a revisar nuestra política de viajes para los Juegos Olímpicos para garantizar la igualdad», aseguró Derwin, aunque habrá que esperar hasta Río de Janeiro 2016 para comprobarlo. Mientras tanto, Bernie Harrower, padre de una de las jugadoras, declaraba que «siempre ha sido un motivo de descontento para quienes lo sabían: las chicas siempre han volado en turista, fueran donde fueran, y los chicos en business».

Muy cerca, en Japón, la selección de fútbol femenina -actual campeona del mundo, y aspirante al oro en Londres- protestaba por un incidente similar días antes. En su queja se recoge que, desde 1996, la Federación Japonesa reserva siempre los mejores asientos de los vuelos para su equipo masculino -que acude sin aspiraciones a los Juegos-, argumentando que «son profesionales».

Homare Sawa, designada como mejor jugadora del año 2011 por la FIFA, comentaba con ironía su esperanza de conseguir un buen resultado en Londres, «porque cuando ganamos el Mundial tuvimos billetes en clase 'business' para nuestro vuelo de regreso».

Las estrellas de los hoteles de Andorra

Aunque tampoco hay que irse a las Antípodas para encontrar ejemplos de discriminación. Las dos selecciones españolas de balonmano que participarán en los Juegos de Londres realizaron un stage de preparación preolímpico en Andorra hace unas semanas, durante las mismas fechas -del pasado 25 de junio al 4 de julio-, y ambas en la misma localidad andorrana de Encamp.

La diferencia fue que el equipo femenino -medalla de bronce en el último Mundial de Brasil- fue alojado por la Federación Española en el Hotel Coray, de tres estrellas, mientras sus colegas del equipo masculino -cuartos en el último Europeo de Serbia- disfrutaban de las mayores prestaciones del Hotel Guillem, muy cerca del anterior, aunque de cuatro estrellas. En este caso no se han conocido protestas de las protagonistas, aunque hay quien ya ha dejado entrever su mosqueo en alguna entrevista. Los avances son significativos, pero queda camino por recorrer. De momento, más igualdad sí, pero unos más iguales que otras. Todavía.

 

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