El candidato republicano Mitt Romney está de gira internacional. Sus asesores dirán que es para impulsar su perfil presidencial, sus detractores, para desviar las fuertes críticas que está recibiendo en su país por su pasado al frente de un fondo de inversiones y por su inmensa fortuna personal. Sea como fuere, Rommey visitará a sus aliados más acérrimos -Gran Bretaña, Polonia e Israel- y en todos ellos tratará de temas de interés, además de recaudar una ingente cantidad de fondos para su campaña.

Su viaje a Israel ha levantado gran expectación. Tras criticar «el trato mezquino» que Obama da al «mayor aliado», tratará sobre dos asuntos espinosos. La situación del espía israelí encarcelado en EEUU a perpetuidad, Jonathan Pollard, y su política para Oriente Medio, con una posible guerra contra Irán en la trastienda. No parece, sin embargo, que pueda ofrecer muchos compromisos concretos. Numerosos conservadores se niegan a liberar al espía Pollard, y otorgar luz verde a un ataque unilateral israelí sobre Irán excede a sus competencias. Buscará, sin duda, marcar distancias con Obama. Pero difícilmente conseguirá evitar que las próximas elecciones sean, en realidad, un referéndum sobre Obama.