La primera entrega de la saga animada «Madagascar» ingresó 406 millones de dólares en todo el mundo, la segunda subió a 594, y esta tercera lleva camino de hacer una recaudación cercana a lo que acumularon las otras dos películas juntas. El nuevo éxito del estudio DreamWorks se debe a una mejora sustancial tanto en el apartado técnico como el artístico, acercándose a las producciones de Pixar más recientes, ya que «De marcha por Europa» guarda no pocas similitudes con «Cars 2», la película soñada de John Lasseter, por más que decepcionara a algunos de sus seguidores más críticos.

Es de agradecer que los responsables de la franquicia hayan apostado por el riesgo, intentando innovar con respecto al material preexistente. Para dar un toque diferente a la nueva entrega han buscado un desarrollo argumental atípico, mediante un guión encargado a un cineasta independiente como Noah Baumbach. La única producción animada que había escrito previamente era «Fantastic Mr. Fox», una aproximación al universo imaginario del galés Roald Dahl nada convencional y definitivamente anticomercial.

La aventura diseñada por Baumbach es una locura, pues va acumulando personajes a lo largo de un viaje vertiginoso. A los animales ya conocidos se unen muchos otros, tal vez demasiados para la capacidad de asimilación de un adulto, aunque los más pequeños pueden con eso y mucho más.

Aunque la realización avanza a un ritmo endiablado, con propensión al puro cartoon en la tradición de Tex Avery, su agotadora sucesión de gags visuales no oculta un trasfondo metafórico sobre la realidad europea. El mundo del circo, tan obsoleto ya, se convierte en la imagen simbólica de un viejo continente necesitado de aires renovadores.

Cirque du Soleil

Baumbach se atreve a darle la vuelta a la corrección política según la cual las fieras amaestradas ya no tienen lugar en el circo, y los animales de «Madagascar 3», liderados por el león de zoológico Álex, inventan un circo diferente, donde los humanos no son necesarios. Estos animales de ficción consiguen crear arte circense, superando así los tiempos en que eran adiestrados a golpe de látigo por crueles domadores.

Tal fantasía es posible a partir del estudio detallado del espectáculo de Cirque du Soleil «Iris», en el que se han inspirado los animadores de la película. Las acrobacias y números que desafían las leyes de la gravedad son ahora protagonizadas por animales, siempre con la ayuda del sistema 3D. Trucos de la era digital como el «efecto bala», tan imitado después de «Matrix», cobran en la pantalla animada un aire divertido y juguetón, máxime cuando abundan las persecuciones terrestres o aéreas y todo tipo de escenas de acción.

La saga Bond

Los paralelismos con la saga Bond resultan evidentes, teniendo en cuenta el ambiente cosmopolista de las localizaciones, que van de Montecarlo a Londres pasando por los Alpes suizos y Roma. El recorrido no es de postal turística gracias, precisamente, a la dinámica itinerante del circo transportado por ferrocarril.

Es muy significativo que el papel del villano corresponda al único elemento humano de la función. Se trata de una agente de policía llamada Chantel DuBois, que viene a ser como la versión femenina del inspector Clouseau, pero con un aire malvado de Bette Davis. Esta mujer tiene un instinto depredador y colecciona trofeos de caza, porque para ella los animales exóticos son como inmigrantes ilegales a capturar.