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ALFREDO PASTOR | CATEDRÁTICO DE TEORÍA ECONÓMICA

«Pensemos en un modelo no basado en la transacción sino en la relación»

Nacido en Seu d'Urgell (Lleida) en 1944, lleva media vida atado a la economía, su currículum no deja lugar a dudas. Es Doctor en Economía, por la Universidad de Barcelona y por el Massachusetts Institute of Technology. En la actualidad es profesor ordinario del IESE y catedrático de Teoría Económica. También catedrático en la China-Europe International Business School (CEIBS).

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Iraia OIARZABAL |

Bajo los nubarrones del cielo donostiarra, Alfredo Pastor nos explica en una cita previa a la conferencia que ofreció en el marco de los cursos de verano de la UPV-EHU las claves de actual coyuntura económica. Más allá de los vaivenes de la crisis, de los que ya queda poco nuevo por decir, Pastor centra su tesis en las bases de la economía social. Un modelo que, en su opinión, ha quedado olvidado y convendría volver a traer a la memoria para avanzar hacia una economía más justa.

«De la economía social de mercado a la economía de supermercado» es el título de su conferencia, ¿de qué trata?

La economía de mercado tiene un historial exitoso, sin embargo, tiene también grandes carencias. Por un lado, las paradojas del crecimiento, que son el aumento de la desigualdad y las recuperaciones sin trabajo. Es decir, que la economía se recupera pero el empleo no. También hay otra carencia de la que se habla menos y es la existencia de un sentimiento generalizado de infelicidad. Eso nos lleva a la conclusión de que el dinero no hace la felicidad. Un poco sí, pero demasiado no.

Se nos dice que hay que mantener el liderazgo y la innovación. Ello nos da la sensación de que debemos ir hacia una sociedad que tiene que correr cada vez más para estar en el mismo sitio que los demás y eso no es bueno y no será soportable. Al final chocaremos con alguna limitación física, ya sea el petróleo, el agua o el aire. Otra serie de políticas son paliativos: reducir la jornada de trabajo o aumentar el trabajo a tiempo parcial. Eso está muy bien, pero no es suficiente.

La otra gran clase de soluciones son las de la economía social de mercado. El mercado no es equitativo, por tanto, corrijamos las faltas de equidad a través de la redistribución. Es la base de la economía social de mercado. Pero esto llega a un límite por dos razones: porque el gran problema que tienen países como España es la exclusión social. A la gente se le echa de comer pero no se puede integrar en la sociedad a través del trabajo. Por otro lado, nuestra solidaridad tiene un límite, nadie quiere pagar por los otros.

Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer?

Comparemos una tienda pequeña de barrio y un supermercado. Las relaciones que se establecen son totalmente distintas. En el súper se da lo que se llama intercambio de equivalentes. Tu das exactamente lo que recibes y nada más. En la tienda del barrio la relación es de reciprocidad, una parte de la transacción es un regalo. Lo divertido de este asunto es que es algo que siempre ha estado ahí. Debemos recuperar estos elementos de los que nos habíamos olvidado por dos razones. Primero porque hemos considerado que el protagonista de la economía es el individuo, una persona autónoma que solo se ocupa de sí misma. Lo segundo es que hemos pensado que este individuo solo busca su propio beneficios. Pero esto no es así, este individuo no existe, nadie se comporta así.

Hemos edificado toda una norma de conducta sobre dos cosas que teníamos pero olvidándonos de otras muchas. Por eso, la economía avanza hacia un modelo de supermercado. Debemos tener en cuenta otros elementos, cubriendo la satisfacción de las necesidades materiales, pero siendo conscientes de que uno necesita de los demás. También debemos saber que el trabajo es un instrumento fundamental para desarrollar las propias necesidades. Todo el mundo necesita trabajar.

Si pensamos en todas estas cosas llegaremos a la división de trabajo, pero no para aumentar la productividad sino para dar trabajo a todo el mundo. Si hacemos todas estas cosas nos daremos cuenta de que hay una institución que va fantásticamente bien para la mayor parte de nuestros problemas materiales. El mercado tiene que ser libre en las transacciones y racional, con gente que sabe lo que hace. Además debe tener reglas fijadas por una autoridad que esté fuera. Pensemos en un modelo no basado en la transacción sino en la relación.

Mucho se ha hablado ya a estas alturas de la crisis. ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?

Venimos de un exceso de una burbuja inmobiliaria que se ha complicado y que ha traído consigo una restricción del crédito. Esta burbuja deja una cantidad de dinero que no se puede pagar. Así de claro: no se puede pagar. Tendrá que venir un día en el que los acreedores y deudores se pongan de acuerdo y repartan las pérdidas. Hasta el momento esto no se ha querido hacer, y hasta que no se haga el problema de la deuda pública no se resolverá porque lo que no se puede hacer es que la deuda privada se convierta en deuda pública. Lo que no puede ser es que nosotros, que no tenemos nada que ver con este asunto, tengamos que pagar lo que han hecho otros señores.

Esta burbuja también ha agravado una cierta pérdida de competitividad frente al exterior que se manifiesta en un déficit por cuenta corriente y un déficit fiscal. Las maneras de corregir estos dos aspectos son siempre contractivas. Lo malo de todo esto es que se hace en un contexto de recesión generalizado, no se puede esperar mucho de las exportaciones y además el desempleo es muy alto. Todas estas medidas hacen que aumente el desempleo, de modo que el problema es que se unen muchos factores. La dificultad consiste en administrar todos estos factores sin que se colapse la economía, que la reducción del déficit no sea tal que aquí no pueda respirar nadie.

Ahora se dice que se van a ahorrar 65.000 millones, que es una barbaridad. De esos el 40% vendría del aumento del IVA y el 25% de las reducciones del pago por desempleo. Ya veremos si esto último se hace, hay que pensarlo bien. Porque si hay una cantidad muy grande de parados y familias enteras en paro, yo no estoy tan seguro de que esto se pueda hacer.

Los recortes impuestos a fin de reducir el déficit, son en cierto modo los que impiden que se dé crecimiento.

Es muy difícil reducir el déficit en tiempos de recesión. El 90% de la reducción del déficit es la subida de impuestos y el 10% los ahorros, pero es una parte muy pequeña. Lo que verdaderamente no hemos vigilado es en no gastar dinero donde no deberíamos haber gastado. La economía padece una restricción del crédito como consecuencia de la falta de confianza.

Usted defiende que la salida del euro y el fin de la moneda única no son probables.

Una salida desordenada sería un acontecimiento catastrófico, supondría el colapso del sistema financiero europeo. Una salida ordenada está muy bien pero es imposible. ¿Por qué? Es muy difícil, no olvidemos que hablamos de una salida ordenada sin unión política. Todo debería pasar por 27 parlamentos, con lo que ello supone. Además tendría unos costes incalculables. Lo que pasa es que, el que tenga unos costes incalculables no es lo mismo que decir que no pasará. Tiene unos costes incalculables pero puede pasar.

¿Cuál es futuro del sector bancario tras esta crisis?

En la banca hay dos grupos bien definidos. Todos han participado en cierta medida en la burbuja inmobiliaria pero algunos se han medido hasta el fondo y no tienen remedio. Si estos señores son tan patatas, que desaparezcan. Creo que hay una serie de bancos que debería desaparecer del sector financiero. Hay que tomar decisiones de una vez por todas. ¿Por qué una serie de bancos no puede desaparecer? Que nos lo expliquen, porque si es para mantener consejos de administración y cosas por el estilo, no está bien.

¿Qué papel puede jugar la Banca Ética en todo esto?

Tal como se define la Banca Ética es la que presta a proyectos que se consideran de interés social. Normalmente es una banca muy poco rentable, pero tiene que ser solvente para ser banca. El sector bancario no puede ser Banca Ética, tienen que coexistir ambos tipos de banca. Hay que recuperar un poco de diversidad. Nos hemos hecho prisioneros de un par de conceptos que tienen su papel pero que no lo son todo. Hay que recuperar cosas que siempre han estado y hace tiempo que no se ven por ninguna parte.

¿Cuándo y de la mano de qué vendrá la recuperación?

La recuperación vendrá de dos factores. El primero es que haya más crédito, que las empresas tengan más recursos para seguir sus proyectos. Y el segundo, que nos vayamos acercando cada vez más a cómo es nuestro sector exportador porque por ahí se puede competir.

En cuanto al plazo, el FMI dice que no habrá crecimiento positivo hasta el último tercio de 2013. Luego, seguramente el empleo tardará en absorberse, una gran parte de la ocupación viene de un sector que no volverá a ser lo que era. Estamos en una situación en la que no solo estamos mal sino que encima vienen unos señores diciendo que hay que recortar más. Eso es una falta de sensibilidad.

 

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«Se nos dice que hay que mantener el liderazgo y la innovación y eso no será soportable, al final chocaremos con alguna limitación física»

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«Hay una serie de bancos que debería desaparecer del sector bancario. Hay que tomar decisiones de una vez por todas»

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«Debemos cumplir la satisfacción de las necesidades materiales pero siendo conscientes de que uno necesita de los demás»

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