Rato dice que «no hay agujero» en Bankia y elude toda responsabilidad
El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, repartió responsabilidades entre el Banco de España, sus antecesores, una crisis imprevisible y los diferentes ejecutivos. Todos menos él. Según su declaración en la comision de Economía, «no hay agujero» en la entidad bancaria, cuyos números rojos precipitaron el descalabro de la economía española y motivaron el rescate lanzado por el Eurogrupo.
Alberto PRADILLA |
No hay agujero en Bankia. Tampoco se modificaron los números de la entidad bancaria, que pasó de pronosticar ganancias de 300 millones a presentar números rojos de más de 3.000. Ni siquiera era necesaria la intervención, decretada por el Gobierno español para salvar al banco ni el descalabro económico «ha tenido coste para los contribuyentes». Este fue el idílico paisaje monetario dibujado ayer por Rodrigo Rato, expresidente de Bankia y exministro de Economía del gobierno de José María Aznar, quien compareció en la comisión que analiza las causas del hundimiento bancario del Estado español. En su intervención, de cerca de cuatro horas, Rato repartió responsabilidades entre el Banco de España, los auditores, la imprevisibilidad de la evolución económica, antiguos gestores e incluso el actual Ejecutivo español. Todos los actores menos él mismo.
«No existe agujero, sino que estamos ante un cambio de los criterios contables». Con este nuevo eufemismo, Rato zanjaba el debate sobre el hundimiento de la Bankia. Según su versión, fueron los cambios legislativos (cuatro reales decretos sobre reestructuración bancaria en dos años) y una crisis de tal magnitud que «nadie» alcanzó a prever, los responsables del descalabro. Es decir, que no se manipularon las cuentas, sino los criterios a la hora de valorarlas. Una tesis que apoyó en el aval a sus números otorgado por Deloitte.
Plan más barato que el actual
En su reparto de responsabilidades, Rato también apuntó al exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, a quien señaló como ideólogo de la fusión con Bancaja, la entidad con mayores dificultades de las siete que conformaron Bankia. «Me conminó a negociar, aunque no me forzó», fue su argumento, tras defender que no hubo criterios políticos en la unificación de las cajas.
A la hora de valorar el reciente descalabro, Rato aseguró haber presentado un plan de recapitalización que habría salido más barato que el aprobado por José Ignacio Goirigolzarri, su sucesor en el cargo. En concreto, afirmó que el 4 de mayo propuso a Luis de Guindos una propuesta para recaudar fondos públicos por valor de 6.000 millones de euros, cuatro veces menos que los 24.000 actuales.
Rato prefirió no nombrar al actual titular de Economía. Aunque no ocultó que sus desavenencias fueron el motivo de abandonar Bankia. «Llegué a la conclusión de que la negociación con las autoridades no iba a evolucionar», aseguró, para añadir que no quiso «plantear ningún enfrentamiento». Una decisión que, tras escucharle ayer, Rato no vincula con un hundimiento que ha motivado el rescate bancario del Estado.
El expresidente de Bankia no pidió perdón por su gestión, tal y como le exigieron algunos de los diputados. Al contrario, aseguró que todavía sigue siendo accionista de Bankia como ejemplo de confianza.
La declaración de Rato generó una fuerte expectación mediática en el Congreso español. Una nube de informadores gráficos persiguió al exministro de Economía, que entró por la puerta lateral y se marchó sin ofrecer declaraciones.
«No conduce a nada hablar del pasado». Con esta evasiva se escabulló Julio Fernández Gayoso, expresidente de Novacaixagalicia, de las preguntas de los diputados. No explicó por qué la entidad tiene que recurrir ahora a la financiación pública ni tampoco qué ha ocurrido para que la sospecha sobre la estafa de las participaciones preferentes le salpique directamente. Por el contrario, se presentó como un cargo prácticamente figurativo. «No tenía poderes ejecutivos», afirmó, para después cargar la responsabilidad sobre su consejo de administración. Además, aseguró «no haber cobrado un duro» tras su marcha de la entidad, motivada por su imputación por apropiación indebida tras una denuncia de la Fiscalía Anticorrupción por el caso de las participaciones preferentes. No dio detalles sobre este asunto.
Narcís Serra, expresidente de Caixa Catalunya y Elena Salgado, antigua responsable económica del Gobierno español durante la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, pasaron también por la sala Ernest Lluch del Congreso de los Diputados. Al igual que Gayoso, Serra aseguró que su puesto no era ejecutivo sino «institucional» y argumentó que cuando accedió al cargo cayó en la cuenta de que su estado de salud «no era el que se presuponía».
Por último, Salgado defendió su gestión señalando que hasta 2009 no se puso en cuestión la viabilidad de ciertas entidades financieras. Además, aseveró que se había pactado con el PP que las medidas adoptadas para sanear las cajas tuviesen «el menor coste posible para el contribuyente». Unas iniciativas que buscaban «evitar resoluciones desordenadas». A.PRADILLA