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Un éxito desde las primeras
Arantxa MANTEROLA | BAIONA
Este año se cumple el 80º aniversario de las primeras fiestas de Baiona. Quizás sería muy osado otorgarles el calificativo de tradicionales porque, ciertamente, existen festividades muchísimo más veteranas que las de la capital labortana pero, dado el contexto de que se celebran en una República laica, ¬-aunque a pesar de ello la mayoría de festejos locales siguen desarrollándose en torno a un patrón o patrona cristina- y, sobre todo, la notoriedad que han alcanzado, no sería necesario esperar a cumplir siglos para atribuirles tal etiqueta.
Como ocurre con buen número de eventos de este tipo, seguramente la cuadrilla que se lanzó a organizarlas en 1932, ni por asomo hubiera pensado que las fiestas de Baiona llegarían a ser, según reivindican desde los estamentos locales (estos ya sin complejos), las más concurridas del Estado francés y las cuartas a nivel mundial. Tengan o no esa posición en el ranking, lo cierto es que en los cinco días de fiesta, se calcula que por una ciudad de 45.000 habitantes, pasan entre millón y millón y medio de personas.
Los fundadores de las fiestas fueron una cuadrilla de jugadores de la sección de rugby del Aviron Bayonnais, que convencidos de que también en su ciudad había potencial para una fiesta popular, se propusieron emular los Sanfermines iruindarras de los que eran asiduos participantes.
Reconvertidos en comité de festejos, organizaron las «Grandes Fiestas del Verano» del 13 al 17 de julio de hace ochenta años, justo después de las de la capital navarra. La prensa de la época recoge que fueron todo un éxito, a pesar de que la meteorología no fue nada favorable. El diario «Sud-Ouest Republicain» del 18 de julio glosaba unas fiestas muy bien organizadas, felicitaba al comité por el trabajo realizado, a los comerciantes por su participación, «salvo a algunos que merecerían ser mencionados» y recomendaba, sin duda alguna, su reedición. «Se ha creado un feliz precedente. Baiona, si lo desea, puede tener unas fiestas tan populares como las de Pamplona o cualquier otra ciudad. El esfuerzo realizado este año no debe ser vano. Las manifestaciones de este tipo tienen que tener una seguida», publicó.
Después de la guerra
Y así ha sido hasta nuestros días, salvo el paréntesis de la II guerra Mundial (1940-1945). Hubo que esperar al 3 de agosto de 1946 para retomar los festejos. Por lo que escribieron los cronistas de la época, las de aquel año también fueron un éxito a pesar de algunas críticas por la celebración, debido a las trágicas consecuencias de la contienda, desde la óptica de que los tiempos no estaban para fiestas.
En la actualidad, cientos de personas participan en la organización de las fiestas en torno a la comisión gestionada por el Ayuntamiento. Las peñas que empezaron a brotar en los 90 juegan un papel importante a la hora de garantizar el ambiente festivo. Hoy son más de 80 y cuentan con 3.000 miembros.
Cada peña aporta su granito de arena a la fiesta en función de sus objetivos y características y muchas de ellas abren su particular txosna -los casemates- repartidos en bodegas o locales de la parte vieja de la ciudad y en la zona de las murallas.