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Félix Ligos | Psicólogo

El neoliberalismo que todos llevamos dentro

La deuda ha sido el principio de una economía basada en el crecimiento, en creación de PIB a la que ciudadanos y estados han contribuido y, especialmente en los últimos años, para dar salida al stock generado por la superproducción de mercancías

Einstein decía que un problema no se puede resolver utilizando los mismos criterios para su análisis que aquello que lo ha provocado.

Esto viene a decir que nuestro pensamiento y postura ante la realidad están implícitos en aquello que quieren analizar, comprender o resolver. Por lo que nos faltaría perspectiva.

En los momentos actuales los diferentes estados de Europa, justificados por la deuda y por el déficit, están aplicando ajustes en el gasto bajo el eufemismo de reforma,s cuando no son sino recortes de libertad y del ya antes precario acceso a la subsistencia para la mayoría de los «ciudadanos».

El relato que los movimientos sociales «críticos» realizan versa sobre «el ataque al estado del bienestar y de la sumisión de los estados a los poderes financieros», y es un relaro que estigmatiza a los diferentes gobiernos y a los mercados. Dado el paro tan alarmante, las alternativas propuestas por estos movimientos sociales con interés en movilizar a la ciudadanía, abogan por estimular la economía productiva como camino para impulsar el crecimiento, y así generar empleo y hacer como en Islandia, es decir, que los bancos paguen sus pérdidas, para evitar que el dinero de los ciudadanos sea utilizado para financiar a los bancos en «quiebra». Bancos que al mismo tiempo especulan con la deuda contraída por los estados para salvar a la banca.

Es el neoliberalismo, donde todo está permitido para lograr beneficio económico.

El psicoanalista y politólogo Dominique Jacques Roth se hacía la siguiente reflexión respecto a la deuda: «se oye decir que el límite tolerado de la deuda francesa es insoportable, que es indispensable la austeridad para reducir la deuda en 11.000 millones de euros anuales sobre un montante de deuda de 1 billón 685.000 millones de deuda global, lo que quiere decir que para pagarla serían necesarios 153 años de austeridad. Hace 4 años y medio la deuda ya era de 1 billón 300.000 millones, pero en aquel momento no preocupaba a nadie devolverla en 118 años.»

Efectivamente, la deuda ha sido el principio de una economía basada en el crecimiento, en creación de PIB a la que ciudadanos y estados han contribuido y, especialmente en los últimos años, para dar salida al stock generado por la superproducción de mercancías.

Los bancos y los estados han empujado con el marketing al endeudamiento. Pero, ¿cómo se ha llegado a tal situación de colaboración de ciudadanos de a pie y de los estados con esta dinámica de crecimiento y de endeudamiento? ¿Cabría hablar de colonización del pensamiento, de nuestras necesidades más profundas, e incluso de nuestro deseo? Algunos psicoanalistas, sociólogos y pensadores, tratan de desmenuzar esta superestructura que nos ha colonizado (por cierto, el yerno de Freud introdujo en EEUU, en los años 40, el inconsciente en el marketing) y avanzan algunos criterios para un análisis que nos ayude a salir de este círculo cerrado que comentábamos al principio.

Se dice estado neoliberal al estado que ya no protege a sus ciudadanos sino que los somete a las leyes del mercado. Se dice que este estado ofrece su territorio al inversor privado para crear PIB, por ejemplo: Eurodisney, el futuro Euro LasVegas, etc. Lo que interesa al estado neoliberal es la emplea- bilidad de sus ciudadanos al servicio de las necesidades de producción y de consumo en el contexto de la globalización.

En una palabra, podríamos decir que el estado neoliberal se sustenta principalmente en dos aspectos que se complementan: la incorporación económica en el sujeto, transformándolo en capital humano capaz de cotizar en los mercados de la mundialización; y la «competición social generalizada». Estos dos aspectos hacen que la sana pretensión de autonomía que tiene el sujeto sea transformada en un individualismo despiadado, que hace creer que cada uno es capaz de construirse a sí mismo, enriqueciendo su capital humano o empleabilidad incorporando en su formación permanente valor añadido.

La escuela actual juega un papel primordial en el desarrollo del estado neoliberal. Con pretensiones científicas, la llamada por los psicoanalistas franceses, dictadura del cognitivismo comportamentalista, se pone al servicio del mercado desde la OCDE, y en Europa vía la Comisión Europa, desarrollando métodos y técnicas apropiados para que el sujeto asuma toda su responsabilidad en la construcción de su capital humano, su valor añadido.

El método constructivista, la pedagogía de las competencias, la evaluación cuantitativa y «objetiva» de estas competencias y su aplicación sistemática y frecuente, orientan al sujeto en el desarrollo de su competitividad y en la aceptación del valor añadido que las notas le van marcando.

De este modo, el sujeto se cree responsable de su orientación escolar y profesional y de su futura empleabilidad.

Premios, castigos y otros estímulos acompañan a este proceso de alienación del deseo que va sustituyéndose por la reacción pulsional e inmadura que nunca logra satisfacción.

El sujeto deseante y crítico ha muerto, el individuo está a merced de la competitividad de los mercados.

Competitividad, capital humano, economía del conocimiento, empleabilidad, label de calidad, crecimiento o PIB, reacción pulsional..., no son sino algunos de los aspectos que al tenerlos interiorizados nos impiden realizar una análisis con perspectiva de la situación actual y que además alimentan la dinámica del estado neoliberal.

Es el neoliberalismo que todos llevamos dentro.

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