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Espectacular y divertida cita con el fantástico coreano en «Woochi, cazador de demonios»

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M.I. | DONOSTIA

Los coreanos también saben hacer películas de puro entretenimiento, en un cruce entre comedia fantástica y acción de artes marciales similar al que se da en el wuxia chino. Esa fusión todavía se pone más de manifiesto en «Woochi», que mezcla una leyenda medieval con la época contemporánea.

El relato arranca en la era feudal que los coreanos llaman Joseon, unos quinientos años atrás. El antihéroe de esta farsa es un aprendiz de mago taoista, que como tal comete torpezas y provoca desastres, al contrario de la falta de lógica que acompaña a las aventuras del occidental Harry Potter.

Lo gracioso es que el tal Jeon Woochi está encerrado dentro de un antiguo pergamino a causa de una maldición, hasta que es liberado en el presente para luchar contra los demonios que provocaron su estampación en un lienzo. Una vez fuera de la pintura traslada su capacidad icónica a las plataformas multimedia actuales, ya sea en carteles o pantallas de televisión.

Las coreografías de lucha, en la mejor tradición de las acrobacias con cables, se combinan con efectos muy imaginativamente cómicos. El colorismo de los decorados da lugar a una puesta en escena onirista, sin que los viajes temporales sufran descompensaciones estéticas. En su país de origen lleva recaudados alrededor de 35 millones de dólares, cifra más propia de los EE.UU.

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