NATACIÓN Sexta jornada en el Centro Acuático
Phelps recupera su esplendor
El fenómeno de Baltimore le gana a Lochte en los 200 estilos y se convierte en el primer nadador masculino que repite título en tres Juegos consecutivos. El neoyorquino además sufre otra derrota más dolorosa al ser desplazado al bronce en los 200 metros espalda.
Jon ORMAZABAL-Miren SÁENZ
Michael Phelps continúa engordando su inigualable botín. Ayer lo hizo con una medalla de oro, la que le ganó a su amigo y adversario Ryan Lochte en los 200 metros estilos. El máximo medallista olímpico ya tiene 20 -16 oros, 2 platas y 2 bronces- y hoy puede caer la número 21. El tiburón de Baltimore ha tenido que esperar al quinto día para palpar su primer oro individual, pero ha ido de menos a más, ha recuperado su esplendor y todavía le quedan un par de opciones en la recámara.
Vivió una jornada colosal que concluyó convertido en el primer nadador masculino que consigue repetir título en tres ediciones de los Juegos Olímpicos consecutivas. Falló de forma estrepitosa en los exigentes 400 metros estilos, un catastrófico inicio de la competición en la que por primera vez se quedó fuera del podio. Volvió a perder en los 200 metros mariposa, aunque al menos esa plata le permitió igualar a la gimnasta Latynina, aunque fuera poco premio para un hombre cuyo dominio absoluto en la disciplina ha superado una década.
A la tercera fue la vencida. Aprovechó su tercera oportunidad en donde se quedó a 27 centésimas del récord de un Lochte herido. Aquellos 1.54.00 merecen durar un poco más. Son la primera marca masculina lograda con un bañador textil, tras la fiebre del neopreno y la consiguió el neoyorquino en el mejor momento deportivo de su vida cuando se proyectó al mundo desde Shanghai y reinaba incluso ante el propio Phelps.
Quien ayer dominó la final desde el primer metro. Pasó con 24.63 en la mariposa, 28.63 en la espalda, 33.33 en la braza y 27.68 en el libre final por 24.79, 29.10, 33.48 y 27.53, respectivamente, de Lochte. El húngaro Cseh, que compartió con ellos un podio ya clásico, fue más rápido en la braza, con 33.11, pero más lento que el tándem américano en todo lo demás. Ambos volvieron a las andadas. Tuvieron una de esas jornadas intensas con la cara para Phelps -presente por la mañana en las series de 100 metros mariposa y por la tarde en la final de 200 estilos para cerrar la jornada con nuevas semis donde mejoró la mejor marca del año- y la cruz para Lochte, dos finales y dos derrotas.
La peor fue la primera. El neoyorquino lo dio todo en los 200 metros espalda. Pero no uno sino dos lo hicieron mejor. Iba camino de su enésimo oro en la disciplina dominando la carrera con su control habitual hasta que su compatriota Tyler Clary, y el japonés Ryosuke Irie le atacaron sin compasión en el último largo. Lochte, incapaz de responder, cuando hasta hace nada remataba como nadie, se hundió en el bronce mientras su compañero de equipo se quedaba con el título que Lochte jamás pensó en ceder.
Luego se dedicó a suavizar en la piscina de saltos, donde intentaba reponerse del esfuerzo y de la derrota. 25 minutos después perdía ante su amigo, como en los últimos trials. En el podio, Phelps por fin volvía a sonreir: «Sabía que iba a ser difícil para Ryan teniendo la final de espalda antes. Quería empujar lo máximo posible en los primeros 100 para poder ver qué pasaba», explicó. «Le dije que eran nuestros últimos 200 de estos Juegos y nuestros últimos 200 juntos. Estuvimos bromeando sobre esto».
La lógica
La plata entraba dentro de la lógica, el bronce no. Lochte era el elegido para salir de Londres como el mejor nadador de los Juegos, pero su actuación no le va deparar ese honor. Ha alternado momentos brillantes -oro en 400 metros estilos y su lanzamiento del relevo 4x200 libre, en la que él solo ganó media medalla- con derrotas menos justificables como la espalda de ayer y la del 4x100 libre en la que el francés Agnel, otro de los candidatos a la gloria y centro de todas las miradas en esta edición, les relegó a la plata.
Sus rivales le han perdido el miedo porque en Londres han descubierto que tanto él como Phelps son vulnerables. La megaestrella lo descubrió el primer día y su amigo ha tardado un poco más. La vida es así, Clary, que en el Mundial de Shanghai le miraba desde abajo, ayer estuvo por encima. Se invirtieron los puestos. El nuevo campeón de 200 espalda es el mismo nadador que en vísperas de los Juegos dijo que Phelps tenía mucho talento pero trabajaba poco. Luego pidió disculpas.
Hoy a Phelps le espera otra final apasionante, donde busca revancha ante Chad le Clos, el sudafricano que le arrebató sus 200 metros mariposa y ante el serbio Milorad Cavic, con el que mantiene una rivalidad no precisamente sana. Cavic lleva cuatro años intentando desquitarse de la final de la capital china cuando el de Baltimore le arrebató el título en la última brazada. Phelps es doble campeón olímpico de la distancia y tiene el récord del mundo en 49.82 desde Roma'2009.
Ayer, cerró la jornada como en los viejos tiempos. Triunfo en la semifinal con el mejor registro (50.86). Le Clos, segundo, accede con 51.42 tras vencer en la segunda semifinal. Tyler McGill, con 51.61; y sobre todo Cavic, cuarto con 51.66, aspiran a destronar al mito. Tarea algo más complicado que hace unos días, ha cogido carrerilla.
Soni mejora su récord
El oro de los 200 metros braza femeninos era uno de los más claros. De hecho, en las horas previas a su disputa, los expertos hablaban de dos carreras, la de Rebecca Soni contra ese 2.20 que ninguna mujer había rebajado nunca y el del resto de nadadoras, que luchaban por escoltar en el podio a la estadounidense, que se presentó en el Centro Acuático con las cuatro mejores marcas del año.
Las sorpresas están a la orden del día en estos Juegos Olímpicos, pero no tuvieron cabida en esta prueba, ya que una gran Rebecca Soni no solo se hizo con ese oro que ya parecía suyo antes de que comenzara la competición, sino que lo hizo entrando por delante de esa raya amarilla que marca el récord mundial que ella mismo impuso apenas 24 horas antes. Su 2:19.59 le convirtió además en la primera mujer en franquear el ansiado listón de los 2,20, seis años después de que tuviera que pasar por el quirófano por un problema cardiáco.
Haciendo buenos todos los pronósticos, esta nadadora de Freehold (Nueva Jersey) con ascendencia húngara, que de niña quería ser gimnasta pero que de tanto tener que esperar a que su hermana mayor terminara sus entrenamientos en la piscina se decidió por la natación, dominó la final de principio a fin y el último largo fue una pelea consigo misma.
Esta exhibición hizo que la magnífica pelea que protagonizaron la japonesa Satomi Suzuki, plata (2:20.72), y la rusa Iulia Efimova, bronce con 2.20.92, se quedara en un discreto segundo plano, por mucho que fueran medallas muy dulces. Ambas mejoraron sus respectivos récords contintentales, pero Soni, que reeditó su oro de Beijing, está una brazada por delante.
Aunque lo hiciera con algo menos de brillo, algo similar hizo Ranomi Kromowidjojo para colgarse el oro en los 100 libre. La holandesa se presentó en la final después de haber batido el récord olímpico en semifinales y tuvo que superar en cinco centésimas esa marca para alcanzar la primera plaza (53.00). Eso sí, su final resultó mucho más disputado que la de los 200 braza.
De hecho, no fue hasta la última brazada cuando pudo superar a Herasimenia, que realizó una magnífica salida y que incluso salió primera del viraje, mientras que la vencedora iba cuarta. Sin embargo, Kromowidjojo es una nadadora con instinto, como demostró en el primer contacto con la piscina y terminó remontando. Con solo tres años, de vacaciones familiares en el Estado español, creyendo que por llevar traje de baño ya era capaz de nadar, la ahora campeona olímpica se lanzó al agua. Su madre y su abuela temieron por su vida, pero Ranomi salió ilesa.
La china Yi Tang completó el podio mientras que como ya le sucediera en los 200 metros, Missy Franklin fue quinta.
Los fondistas tendrán una presencia notable en la jornada de hoy puesto que el programa recoge la serie del 1.500 libre con la presencia del plusmarquista Sun Yang y por la tarde la final femenina de 800 metros. La campeona olímpica, la británica Rebecca Adlington, defiende el título y fue la más rápida de todas ayer con 8:21.78.
César Cielo defiende el título en los 50 metros libre, la prueba más corta del programa olímpico. El brasileño es también el plusmarquista de la distancia con una particularidad, los 20.91 que figuran en las tablas de récords fueron el último registro logrado con bañador de poliuretano. Trece días antes de que las controvertidas prendas fueran prohibidas, Cielo metió desde Sao Paulo su segunda marca en las tablas cinco meses después de renovar la de 100 en el Mundial de Roma'2009 (46.91). Londres no está sonriendo al sprinter carioca. Solo pudo ser sexto en la prueba reina y la próxima sede olímpica será Río de Janeiro, un par de razones para no despistarse en estas pruebas cortas sin margen para rectificar. Controló bien las series firmando el segundo tiempo mientras asistía a la eliminación de Amaury Leveaux, el francés que a su lado se colgó la plata en Beijing. El medalla de bronce en Roma nadó un segundo por encima de su marca y con el 18º tiempo se fue a la calle.
James Magnussen no lo hizo mucho mejor. El australiano se clasificó para las semifinales por los pelos, con el decimosexto tiempo, un día después de verse desplazado a la plata por Nathan Adrian, su pesadilla en Londres que previamente le sacó del podio en el relevo. Se despidió por la tarde, en la primera semifinal dominada por Cielo y el estadounidense Cullen Jones, empatados con idéntico crono (21.54). Ambos presentan candidatura, también Anthony Ervin, campeón en Sydney'2000 ex aequo con Gary Hall Jr cuando se convirtió en el primer nadador afroamericano en lograr un título olímpico, que ha dejado caer que hay que contar con él. M.S.