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pepe oropesa | periodista sevillano en los campos de refugiados saharauis

«No se percibe intranquilidad, sí, en cambio, rabia por la actitud de Madrid»

Pepe Oropesa, periodista sevillano, decidió quedarse en Tinduf para proseguir junto a la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis el documental que están realizando sobre la desaparición forzada. Su decisión le valió cierta «presión» por parte de Madrid para que desistiera de su empeño y la firma de un documento eximiéndole de toda responsabilidad.

A. LERTXUNDI

Pasada una semana de la repatriación de los cooperantes, ¿cómo valora la situación generada?

A nivel personal, han sido unos días un poco caóticos por la repercusión que ha tenido el caso, que, en cierta medida, me ha desbordado. Por lo demás, la vida en los campos transcurre con normalidad. No se ha percibido intranquilidad, sí, en cambio, enfado y rabia por la actitud del Gobierno español.

¿Se ha sentido en algún momento presionado por el Gobierno español?

Cuando planteé mi deseo de quedarme, me pidieron el número de teléfono de un familiar para `decirle cuatro cosas'. Les contesté que esas `cuatro cosas' me las dijeran a mí que soy mayor de edad. Tras la firma del documento asumiendo mi responsabilidad, me solicitaron de nuevo un contacto por `si sucediese algo', petición a la que accedí. Ese fue el único momento en que me sentí un poco presionado. Pero, lo que no imaginé es que el Gobierno iba a utilizar ese documento para decir públicamente que `todos menos uno' habían optado por regresar. Ante ese señalamiento, opté por salir a la palestra y explicar que me había quedado bajo mi responsabilidad y que no lo hacía para ser conocido o convertirme en un héroe.

¿Cómo ha tomado la población saharaui la repatriación ordenada por Madrid?

Para los saharauis, España se ha vuelto a alinear con los deseos de Marruecos. Una de las responsables de protocolo me dijo en tono enfadado que si los quieren dejar en la miseria que lo hagan, que al fin y al cabo llevan 37 años en esa situación, pero que no dañen su dignidad diciendo que no hay seguridad.

El verano es una de las peores épocas en Tinduf por las elevadas temperaturas, que alcanzan los 50 grados. De hecho, la gran mayoría de cooperantes aprovecha esta temporada para ir de vacaciones, como es el caso de muchos de los que volvieron. ¿Cómo lo está viviendo?

Cuando estás en Rabuni -el centro administrativo-, la situación es algo mejor porque al haber corriente eléctrica hay aire acondicionado. Cuando me desplazo a los campamentos, se nota bastante el cambio. Allí las condiciones de vida son bastante duras. Por citar un ejemplo, una vez que sale el sol, es casi imposible utilizar el agua de lo caliente que está. De hecho, gran parte de la población emigra durante este periodo a Tinduf, a unos 22 kilómetros, y alquilan casitas. Lo primero que piden es que tengan aire acondicionado para soportar un poco el calor.

Usted se encuentra en Tinduf para documentar la desaparición forzada. ¿Qué destacaría de los testimonios que ha recogido hasta el momento?

Por ejemplo, los testimonios de algunos hijos que llevan 40 años sin ver a su padre y aún recuerdan su olor cuando se abrazaban. Son pequeños detalles que a uno le hacen preguntarse qué haría si estuviera en una situación semejante.

¿Qué mensaje le gustaría trasladar a la opinión pública?

Lamentablemente, del conflicto saharaui se habla durante una semana y luego se olvida. Y así año tras año y parece que no hay cambios. Me gustaría que la opinión pública no se quedase en la anécdota de que un español se ha quedado en Tinduf, sino en que los saharauis llevan aquí 37 años y solo se les escucha cada cierto tiempo.

 

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