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Un traje con «poderes» que crea adicción entre los blusas y las neskas de Gasteiz

Los blusas y las neskas son los protagonistas de las fiestas de La Blanca. Ellos, unos 2.300, se encargan de animar el ambiente con los paseíllos de ida y vuelta a los toros. Sin embargo, muchas personas desconocen lo que significa ponerse las abarcas el día 5 de agosto. Una experiencia única para muchos gasteiztarras que durante estos días se hacen con el control de la capital alavesa.

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Amaia GARTZIA | Iris MURILLO | Ion SALGADO

Abarcas, gerriko, pololos, txapela, medias, blusa, pañuelo... Estos son los ingredientes necesarios para disfrutar de las fiestas de Gasteiz. O al menos eso sostienen los blusas y las neskas que durante estos días transitan por el centro de la ciudad. Más de 2.000 personas -sin olvidar a todos los que se enfundan el traje de casero pese a no estar asociados a las cuadrillas- que durante estos días, y con permiso de Celedón, se convierten en los protagonistas principales de las fiestas de La Blanca. Este es el caso de Zuriñe, Estitxu, Urko, Alberto, Isabel, Mikel e Iñaki. Siete blusas y neskas que no tienen reparos en explicar con sus palabras lo que significa desfilar cada día a las cinco de la tarde por las calles Dato y Florida. Un corto recorrido de ida y vuelta a los toros, que atrae las miradas de locales y foráneos.

«Ya no soy un mero espectador»

A sus 26 años Mikel Herrán va camino de ser un veterano en Basatiak. Su primer paseíllo de ida a los toros, hace ya siete años, marcó un punto y aparte en su forma de ver las fiestas. «Empezamos a salir en una cuadrilla para poder disfrutar la fiesta durante el día», aclara mientras apura una cerveza en la plaza del Machete. Al fin y al cabo, hasta que comenzó la universidad, él, como la mayoría de los gasteiztarras, solo conocía el rostro oscuro de La Blanca, ocultó tras las sombras de la noche. «Salías a las ocho de la tarde de casa y estabas por ahí hasta las ocho de la mañana, y así todos los días».

Para acabar con esta tradición nocturna, Mikel y sus amigos optaron por «disfrutar del día», y decidieron apuntarse a Basatiak. Ahora, quedan pasadas las cuatro de la tarde para tomar un carajillo antes de iniciar el paseíllo de ida a los toros. Un desfile obligado a lo largo del centro de Gasteiz, que sirve para presentarse ante la ciudadanía como un símbolo de La Blanca. «Al final, pasas a ser parte activa de las fiestas, estas con más gente. Ya no eres una mero espectador en las aceras», afirma.

En este sentido, subraya que enfundarse el traje de casero el día 5 de agosto es algo más que participar en los paseíllos de ida y de vuelta a la Plaza de Toros. «Salir de blusa es totalmente diferente a lo que haces durante el resto del año», añade mientras recibe los aplausos de un compañero, que no duda en elogiar, con un cierto tono etílico, la explicación ofrecida por el joven blusa.

Por último, Mikel niega la supuesta «licencia para todo» atribuida a los blusas. A su parecer dicha licencia es un tópico, aunque reconoce que «hay gente que se pasa». Sin embargo, destaca que «la inmensa mayoría» no pierden la cabeza durante las fiestas de Gasteiz. «Pero con los comentarios, al final parece que todos somos igual de malos que el malo», concluye.

«Dicen que las abarcas dan poderes»

Isabel Buesa conoce de primera mano lo que significa ser una neska en las fiestas de Gasteiz. Y su definición es clara y contundente: «Ser blusa o neska es formar parte de un colectivo e intentar pasártelo lo mejor posible durante cinco días al año». Con estas palabras inicia su discurso esta neska, una veterana que hace 18 años se puso los pololos, y hoy en día recorre las calles de la ciudad con la cuadrilla Nekazariak.

Como ella explica, participar en las fiestas de La Blanca vestida con el traje de neska, y poder lucirlo ante miles de personas en los paseíllos de ida y de vuelta a los toros es una experiencia que marca la forma de vivir las fiestas. «Sigues siendo el mismo, pero al ir con más gente y todos vestidos igual parece que las disfrutas de otra manera». En este sentido, Isabel bromea con los poderes anexos al traje de casero. «Hay gente que dice que las abarcas le dan superpoderes. No se si eso es así, pero lo cierto es que te sientes de otra manera», destaca.

Gracias a esa manera de ver la fiesta los blusas y las neskas de Gasteiz consiguen hacer frente seis jornadas maratonianas. «Nosotros quedamos por la mañana para tomar algunos potes, vamos a comer y luego realizamos el paseíllo de ida. Cuando llegamos a la plaza nos quedamos tomando algo o charlando a la espera del paseíllo de vuelta. Y cuando volvemos nos vamos con la txaranga por el centro a pasarlo lo mejor posible», concluye con una sonrisa.

«Algo diferente, que te llama»

A las 12.30 de la mañana escasean los blusas y neskas. Si se quiere topar a alguien es recomendable acercarse a los centros neurálgicos de la fiesta, los que acogen los distintos actos. Pero aún así tampoco es fácil. Cuando por fin se encuentra alguno, muchos rehuyen la grabadora, si bien les cuesta reaccionar: «¿Entrevista?», preguntan como si fuera la primera vez que escucharan la palabra y todavía no hubieran encontrado la definición. «No tengo la cabeza ahora como para entrevistas».

Si hay algo en lo que coinciden las diferentes cuadrillas de Gasteiz es en el significado de ser un blusa o una neska. Es un concepto que está muy claro y arraigado entre los gasteiztarras. Todos responden a una voz cuando se le pregunta por el significado de ser blusa o neska: «Una forma diferente de vivir las fiestas». Zuriñe del Olmo, de Nekazariak, y Alberto, de los Biznietos de Celedón, coinciden en ello. Alberto forma parte de una de las cuadrillas de la capital alavesa con más tradición, formada en 1968, mientras que la de la neska, Nekazariak, es una agrupación más o menos reciente, formada en 1995, y popular por organizar el «meneíto del veterano», una actividad que saca bailar a los más mayores el día 8.

A Alberto «lo pillamos» en la plaza del Machete, lugar de encuentro por antonomasia de los actos en euskara. Por delante le espera un día entero de poteo hasta la ida a los toros, a las 17.00. Para este blusa y esta neska formar parte de una cuadrilla es algo innato. «Tiene algo de compromiso pero la verdad es que esto te llama; el cuerpo te pide despertar y ponerte las abarcas» señala Zuriñe, «lo tienes que sentir». A Alberto, por su parte, le viene de familia, «pero más que una tradición es algo que sale de cada uno».

Las horas de salida también marcan la diferencia. Los blusas y neskas también salen por la mañana. Tanto Zuriñe como Alberto coinciden en eso. «Si quieres ser blusa hay que salir por la mañana, la tarde y la noche», opina Alberto, mientras que Zuriñe remarca que «es bonito» no salir solamente por las noches. Sin embargo, ninguno de ellos ve este hecho como obligación o algo duro.

«Que venga gente da mucha alegría»

Por su parte, Iñaki Sampedro, veterano en esto, matiza que ponerse la blusa por la mañana desencadena una actividad «continua» durante las fiestas de La Blanca. Sampedro lleva 35 años como blusa, «desde que tengo sentido de la responsabilidad», bromea.

Para este blusa, perteneciente a Txirrita, el relevo generacional es algo importante en una cuadrilla. «Hace dos años entraron bastantes jóvenes en la cuadrilla y que venga gente detrás de ti te da mucha alegría». Este blusa pertenece también a la «guardia real» de Celedón. Es uno de los escoltas que ayudan a Gorka Ortiz de Urbina a cruzar la Virgen Blanca. Ayer, todos estos «guardaespaldas» se juntaron para una comida entre diferentes miembros de cuadrillas.

«Es como una secta: si pruebas, repites»

Entre los blusas más madrugadores se encuentra a Urko Pedrero, de la cuadrilla Txolintxo, que desde bien temprano se recorre de poteo los bares de la Kutxi. Según cuenta, lleva más de 14 años con Txolintxo y no se imagina pasar las fiestas de otro modo, «en una cuadrilla vives las fiestas de una manera totalmente diferente, estas todo el día por ahí y además haces muchos amigos».

Aunque, según advierte, dentro de la cuadrilla cada uno elige como pasar las fiestas. «Hay blusas y neskas que solo ves a las tardes y otros a los que nunca dejas de ver». En su opinión, los días más movidos y, por lo tanto, los más divertidos son los días 5 de agosto y 25 de julio. En este último, destaca el homenaje que se hace a los presos. «Es un evento muy bonito y especial», asegura. En su vestimenta típica llama la atención el pañuelo verde que lleva al cuello, «en honor al Día de la Independencia que se celebra hoy en la plaza del Machete», apunta.

Por otro lado, Estitxu Prestamero, también integrante de la cuadrilla Txolintxo, se mueve desde que era una niña por el mundillo de los blusas y las neskas. «Mi padre, Kako Prestamero, fue uno de los fundadores de la cuadrilla y mi prima, Nerea Balbás, es la Neska Txiki de este año», explica.

A pesar de aseverar que en su cuadrilla son «bastante formales», admite que la vergüenza la dejan en casa y todos van a lo loco, pero, eso si, con un poco de cuidado. Esto último lo menciona recordando la guasa de uno de los blusas que puso una silla coja para que la gente se sentara y cayera. Una broma que casi le cuesta un disgusto a una señora.

Esta cuadrilla es bastante «familiar» ya que esta formada por unos 180 integrantes. «Es de las más pequeñas», sostiene Prestamero, que recuerda que hay cuadrillas como la de los Biznietos de Celedón en las que cuentan con cerca de 300 blusas y neskas. Eso sí «esto es como una secta; si pruebas, repites», asegura esta neska. En su opinión, cada vez son más los que deciden unirse a las cuadrillas de blusas y neskas, por lo que de año en año el numero de integrantes va aumentando. Por desgracia, este año «la crisis ha hecho mella y no ha habido tantos blusas y neskas novatos».

Entre todos los eventos, destaca las competiciones de pelota entre las cuadrillas, la carrera de triciclo o el concurso de Miss Neska y Míster Blusa que hacen en la cuadrilla de los Desiguales en el que los chicos se visten de neskas y las chicas de blusa. «Todos estos juegos conforman el alma de la fiesta», declara Prestamero. En este sentido, recuerda que el último día, el día del guarro, era uno de sus momentos preferidos y siente que lo hayan prohibido porque era una de las tradiciones más divertidas.

 
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