Esfuerzo y sacrificio frente a la crueldad

La concesión del tercer grado penitenciario al preso arrasatearra Iosu Uribetxebarria, condición necesaria para acceder a la libertad provisional, no es una mala noticia. Los informes de los forenses y el fiscal son el siguiente trámite para que el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno tome, previsiblemente la próxima semana, la decisión de ponerlo en libertad. Hasta aquí la crónica del procedimiento en un asunto que nunca debió haber llegado hasta este punto. Que con un mínimo de sentido humanitario y con una gestión inteligente el Gobierno del PP podía haber despachado a coste prácticamente cero. Pero, en un comportamiento lleno de saña, que acostumbra a hacer de cada batalla la última y decisiva, ha decidido estúpidamente llevar hasta el límite. Sin importarle el riesgo que pueda correr Uribetxebarria; muy al contrario, interesado en el desasosiego y la ansiedad que comprensiblemente genera en este país.

La puesta en libertad en estos casos nunca puede ser considerada como una concesión política o una claudicación ante el enemigo. Plantear en estos parámetros la solución la hace prácticamente imposible. Pero, además, retrata a un Gobierno que tiene más fanatismo que energía, más demagogia que principios, más crueldad que severidad. Esos son, en definitiva, recursos de los cobardes. Y se podría añadir, también, de los necios. Podrán ganar ese tipo de «batallas» y llevar hasta el límite de lo humanamente soportable situaciones como la de Iosu Uribetxebarria. Apuntarse esos «tantos», sin embargo, no hace que proyecten fortaleza ni generen adhesión. No aprenden, o no quieren aprender, que para ganar es necesario saber dejar ganar.

El desenlace que pueda tener este asunto es tan vital para Uribetxebarria como lo es para este país. Pase lo que pase, el esfuerzo y el sacrificio que se ha visto obligado a realizar, secundado por multitud de iniciativas solidarias, no habrá sido en vano. Solo queda formular un deseo: que Uribetxebarria sea el último en hacerlo.