Amedida que se acerca la resolución sobre Iosu Uribetxebarria se van perdiendo todas las vergüenzas. Su situación vital es escrutada por el Gobierno y su entorno mediático del modo más impúdico. Así, y pese a que el artículo 92 del Código Penal dice muy clarito que los presos con enfermedades incurables tienen que estar en casa, se nos intenta convencer de que la norma es otra. Se ha dicho, por ejemplo, que para ser excarcelado hace falta que el riesgo de muerte supere el 10% en el plazo de un año o el 50% en cinco años. Venden que la clave de la libertad de Uribetxebarria está en elementos como el «índice Karnofsky», que mide la capacidad de los pacientes con cáncer de realizar tareas rutinarias en una escala de 0 a 10, desde «normal, no hay evidencia de enfermedad» hasta «moribundo, pronóstico rápidamente fatal». Y como colofón han difundido que Uribetxebarria tiene un 90% de opciones de fallecer en un año. ¿Quizás Iñigo Urkullu se refería a esta espiral de morbo cuando decía que el caso era un «espectáculo»?

Ahora solo falta pues que nos expliquen qué porcentaje de riesgo de muerte tenía y cuál era el índice Karnofsky de un tal Enrique Rodríguez Galindo, libre por problemas de salud desde 2004 dejando sin cumplir 67 de los 71 años de cárcel.