Udate
Memoria material de Bizkaia
Alvaro Hilario
El Museo Arqueológico se ubica en una antigua estación de tren, al comienzo de las calzadas de Mallona, junto a la plaza de Unamuno, al borde de las Siete Calles. Su andadura empezó en 1999, cuando se segregó del Museo Vasco. Aunque para mucha gente no sea más que un museo más, detrás de su espacio expositivo hay todo un mundo en el que desarrollan su trabajo tanto los propios técnicos del museo como arqueólogos de Bizkaia y de más allá de nuestras fronteras. GARA ha querido conocer cuál es ese trabajo que transcurre fuera de nuestra vista, cómo son las entrañas de esta instalacion; Iñaki García Camino, director del museo, nos guió en la visita.
Además, hoy, 18 de agosto, se homenajea a Santa Elena, patrona de los arqueólogos, motivo por el que el museo ha organizado una visita especial, una visita monográfica: descubrir «El signo de la Cruz en las colecciones del Museo»; será a las 13.15 y a las 18.15.
Para quienes no puedan acudir a la actividad, aquí tienen este recorrido de la mano de García Camino.
Hasta 1999 los materiales arqueológicos hallados en Bizkaia tenían como destino el Museo Vasco. La falta de espacio para su estudio, depósito y exposición provocó el traslado de estos al museo que ahora nos ocupa, Arkeologia Museoa. En opinión de Iñaki García Camino, estas nuevas instalaciones, al estar diseñadas ad hoc para su función científica, tienen aún «mucha proyección».
Tres son los trabajos o funciones principales del museo: una es recibir los materiales, catalogarlos, inventariarlos y estudiar los mismos, así como los fondos del museo; otra, restaurar, conservar los materiales y hacer un seguimiento de las condiciones óptimas de luz, humedad y calor para la buena conservación de los materiales es otra; y la tercera, la función didáctica que consiste en difundir esta parte de nuestra cultura material, tomando parte en este cometido las exposiciones permanentes y materiales, así como las visitas guiadas o las actividades dirigidas a la población estudiantil que incluyen, por ejemplo, unidades didácticas elaboradas por el equipo técnico del museo (compuesto por ocho personas) o los talleres familiares de fines de semana.
«Los talleres familiares tienen mucha aceptación» -dice García Camino- «y el público estudiantil está asegurado por el trabajo de inserción en los programas educativos que llevamos a cabo». El reto es, hoy en día, atraer a ese público potencial que no es ni padre ni hijo; sin embargo, en opinión del director, «las inquietudes de un adolescente, hoy por hoy, no pasan por los museos».
La Ley de patrimonio cultural vasca prescribe que cada territorio debe tener un centro de depósito obligatorio para los materiales de interes arqueológico, papel que en Bizkaia desarrolla este museo.
Los materiales que se pueden encontrar en Arkeologia Museoa se sitúan en una horquilla temporal que va desde 10.000 años a.C. hasta el siglo XX. Estos son, en su gran mayoría, «utensilios de la vida diaria»; hay pues herramientas, semillas, huesos (humanos y de animales), sedimentos o carbones. Según nos explica Iñaki, el objeto por sí mismo no es relevante: «Lo importante es el objeto en su contexto; esto es, acompañado de los elementos con los que fue encontrado, de datos del lugar y el estrato donde fueron hallados. Esto nos permite reconstruir los hábitos alimenticios, la flora y fauna, el clima». Inquirimos si también puede reconstruirse, por ejemplo, la vida espiritual de nuestros antepasados: «La suma de cosas permite acercarnos a la realidad, a elaborar hipótesis», señala García Camino.
La cadena comienza con la recepción de los materiales encontrados por los investigadores, bien sean particulares o miembros de alguna institución, como la UPV, por ejemplo. Después, estos materiales se ordenan según los criterios del museo, se almacenan y se catalogan; también se incluyen en una base de datos que permite una mejor localización para su posterior estudio. El museo funciona igual que un archivo: «De hecho, el museo es el archivo de la memoria material de Bizkaia», dice Iñaki García Camino. Otro trabajo es catalogar los viejos fondos del museo, muestras recogidas por aita Barandiaran, entre otros, que nunca han sido estudiados: «Barandiaran hacía paquetes con hojas de periódico y en ellos apuntaba los datos estratigráficos y demás».
Los materiales se guardan en contenedores, todos con su referencia (igual que un libro en una biblioteca) dentro de los depósitos o almacenes. Hay dos depósitos: uno para las piedras y otro, más seco y caluroso, para los huesos. Como decíamos, es fundamental la conservación de cada material en las mejores condiciones posibles, amén de hacer un seguimiento de los mismos y las condiciones en las que se encuentran en todo momento.
Además de esos elementos y utensilios relacionados con la cotidianeidad, en el museo también conservan los sedimentos (tierras, piedras, carbones) propios de cada yacimiento; su interrelación con los objetos permite un mejor estudio de cada época, de cada cultura.
En el depósito destinado a los huesos, podemos encontrar también las memorias de las excavaciones realizadas en los años 80 y 90: «Encontrar memorias de años anteriores es complicado porque antes había otros métodos de trabajo; antes no se era tan meticuloso», relata el director del museo al explicar los pormenores del método científico empleado. «En papel, las memorias se detienen en los años 90 porque a partir de esa fecha se digitalizan».
La conservación de los sedimentos, de muestras del estrato donde cada elemento ha sido encontrado es también una práctica reciente.
La profesión de arqueólogo nunca ha estado considerada. Incluso los estudios reglados o las escuelas de arqueología son cosa de los últimos 20 años. Hoy, festividad de Santa Elena, patrona de los arqueólogos, el museo quiere reivindicar la profesión y dar a conocer el trabajo efectuado en el museo. Para ello han organizado una novedosa actividad, una visita monográfica: «El signo de la Cruz en las colecciones del Museo»; habrá un turno a las 13.15 y otro a las 18.15.
Los participantes recorrerán las instalaciones del museo y sus colecciones descubriendo el signo de la cruz en materiales de diferentes épocas. Como recuerda García Camino, «la cruz no aparece con el cristianismo, como muchos piensan; hay cruces anteriores que vienen a ser representaciones esquemáticas de discos solares».
Además, aún se puede visitar la exposición «Neandertal, de Iberia a Siberia» o consultar y comprar las publicaciones divulgativas o científicas que el museo edita.