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Udate | Crónica, toros

Aires de incertidumbre en la que puede ser la última corrida en Illunbe

Seis toros seis. Última de la Feria 2012. Y en el aire, la duda de si este espectáculo que despierta tantas filias y tantas fobias retornará el próximo agosto. Tarde de sol e incertidumbre.

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Imanol Intziarte

En los exteriores de la plaza, un público heterogéneo desmonta los tópicos que han aparecido en algunas primeras planas durante los últimos días. Conversaciones en español, francés, inglés… Un padre señala hacia el patio de caballos mientras dice en euskara a sus hijos que miren cómo los picadores se bajan del coche. «Begira, begira». Una pequeña torre de Babel.

Hay «gente guapa», sí, vestidas de verano ellas, mocasines y polo ellos. Y también «guiris» con gorro de paja y la piel roja como la de un cangrejo, familias que en una bolsa de tela llevan los bocadillos para la merienda, cuadrillas con nevera –los precios del bar son desorbitados– y tipos con camisa a cuadros sobre su prominente barriga que aparcan un 4x4 en el que lucen la pegatina «- fútbol + carreras».

Nada que no se pueda ver, por ejemplo, cada quince días en los aledaños de Anoeta. «Empeñarse en la relación única del toreo con España sería tan absurdo como hacer lo mismo con el fútbol. El juego del toro existe antes de que existiera España como Estado», apuntaba hace unas semanas el crítico taurino Lázaro Echegaray en una entrevista en “Noticias de Gipuzkoa”.  

Tanto en una pequeña carpa como en las puertas de entrada al coso, la plataforma «Toros en Donosti Sí» recoge firmas para defender la continuidad de estos festejos. Puede firmar quien quiera, proceda de donde proceda y sin siquiera identificarse con algún documento, por lo que la campaña tiene poco más valor que el simbólico.
Jornada especial en Illunbe, que registra la mejor asistencia de la semana. Por aquello de decir «yo estuve allí». Algo más de media entrada. El anillo inferior presenta pocas calvas, pero en el superior –con más asientos ya que tiene una mayor circunferencia– hay tendidos completos casi vacíos, especialmente los de sombra.

El factor económico

Aunque cada año acude menos público, los taurinos defienden que Illunbe tiene un impacto positivo sobre la economía de la ciudad. La pasada semana, la familia Chopera, que gestiona el coso desde sus inicios hace quince años, publicó un informe en el que aseguraba que ha generado 117 millones de euros durante esta década y media, 44 de ellos de manera directa y el resto en capítulos como la hostelería, el comercio, los servicios o los alojamientos.

Desde el otro lado, el grupo animalista Askekintza subraya que Illunbe «representa uno de los fraudes económicos más grandes de la historia del Ayuntamiento de Donostia, por la indemnización que recibió la empresa que gestiona la plaza de toros de 21 millones de euros de las arcas públicas y por el enorme gasto público que genera por ser deficitaria».  

El actual equipo de Gobierno (Bildu) aún no se ha pronunciado definitivamente, si bien nada más tomar el mando excluyó los carteles taurinos del programa festivo y subraya que su prioridad pasa por el uso deportivo de la instalación. El PP defiende los toros a ultranza –Basagoiti escenificó ayer su apoyo acudiendo a la plaza–, mientras que PSE y PNV prefieren, por ahora, no mojarse en exceso.   

El factor ético

Seis toreros seis. No es lo habitual. Cartel de pedigrí con lo más granado del escalafón. Padilla, Morante, El Juli, Barrera, Castella y Talavante.  Tras el paseíllo, saludan todos desde el centro de la arena, montera en mano.   

Abre la tarde Juan José Padilla, con su inconfundible parche desde que un pitón le vació la cuenca del ojo izquierdo. El jerezano es uno de los profesionales más queridos allí donde actúa. En un día de gestos, brinda la muerte del primero de la tarde a la familia Chopera.

Una estocada hasta la bola y un descabello tumba al morlaco. El pinchazo en la nuca le deja sin fuerza en las piernas, pero continúa vivo y agita el rabo hasta que un subalterno lo remata con una puntilla. Anteriormente, ha sido picado en dos ocasiones y le han clavado en el lomo tres pares de banderillas.

Los colectivos animalistas denuncian el sufrimiento que se inflige a los toros. Askekintza realizó ayer en la plaza Bilbao un acto de protesta en el que decenas de personas rodearon la fuente con las manos manchadas de rojo. También vertieron unos polvos de ese mismo color en el agua, para simular la sangre.  

Agua roja y pañuelos blancos. En Illunbe, el torero da la vuelta al ruedo con la oreja y una bandera pirata que le han lanzado desde los tendidos. “Espía”, que así se llamaba el animal, es arrastrado hasta el desolladero. La mayoría de taurinos asume que el toro sufre durante el tramo final de su vida, pero argumenta que hasta ese momento ha tenido una vida que para sí quisieran muchos animales que se crían en granjas.    
El andaluz coge un puñado de arena, lo besa y lo guarda en su montera, que se lleva posteriormente al corazón. La plaza se cae, aplaudiendo a rabiar.

Con la ikurriña a vueltas

La tarde continúa con altibajos. Pitos para Morante de la Puebla, ovación y vuelta para El Juli. El cuarto es para Antonio Barrera. El sevillano se planta en mitad de la arena para brindar al público cuando de repente se oye un grito: «¡Payaso!». El sevillano toreó el martes con una muleta bordada con los colores de la ikurriña, gesto que causó división de opiniones en la grada.

Rematan Sebastián Castella y Alejandro Talavante, que corta una oreja. Ovación para la despedida con la esperanza entre los asistentes de que sea un «hasta luego».
Quienes se oponen a los toros desean que sea un «adiós» definitivo. «Pedimos a los políticos que sean más valientes y convoquen un referéndum vinculante para declarar a Donostia ciudad antitaurina», subraya Lide Treku, portavoz del colectivo Askekintza.
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