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Detención de menores palestinos en los territorios ocupados

Niñez sin derechos bajo la ley israelí

En los últimos 44 años, se estima que 726.000 palestinos, mujeres, hombres y menores, han sido perseguidos y detenidos. En los últimos 11 años, cerca de 7.500 niños, algunos de solo 12 años, han sido arrestados, interrogados y encarcelados sin derecho alguno. La ONG Defensa para los Niños Internacional ha lanzado la voz de alarma sobre esta realidad en un crítico informe.

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A. LERTXUNDI

El respeto a los derechos de la infancia es una falacia en los territorios ocupados palestinos. Según datos de la ONG Defensa para los Niños Internacional (DCI, por sus siglas en inglés), en los últimos 11 años, 7.500 niños palestinos han sido detenidos, interrogados durante días sin la presencia de sus padres o de un abogado, y encarcelados sin garantías. Dicho de otra forma, a diario arrestan a una media de dos menores, algunos de tan solo 12 años. El DCI acaba de hacer público un duro informe elaborado a partir de 311 testimonios recogidos entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de mayo de este año. En él detalla el maltrato sistemático que sufren desde el mismo momento en que los militares israelíes irrumpen de madrugada, generalmente entre las 0.00 y las 5.00, en sus domicilios.

Los procedimientos apenas varían. En el 60% de los casos, los arrestos se produjeron en la citada franja horaria, entrando abruptamente en el cuarto del menor con armas o luces intimidatorias, produciendo en él un intenso sentimiento de terror. Todos los miembros de la familia suelen ser confinados en una de las habitaciones de la vivienda sin derecho a preguntar. Ni siquiera a los padres se les permite saber los motivos del arresto de su hijo ni a dónde será conducido.

El 3 de octubre de 2010, la organización israelí B´Tselem envió una carta al fiscal general israelí para pedirle que los operativos no se desarrollen en plena noche. En febrero de este año, aún no había recibido respuesta alguna. Esta situación contrasta con el trato que la propia ley israelí, en este caso de carácter civil y no marcial, dispensa a sus menores en caso de arresto. Además de limitar las horas en las que pueden ser detenidos, establece que deben tener acceso a un abogado en las primeras 48 horas y no pueden ser encarcelados si son menores de 14 años.

Salvo en contadas ocasiones, los soldados no mostraron la orden de detención y, en las pocas veces que lo hicieron, estaba escrita en hebreo, una lengua totalmente ajena para la mayoría de los palestinos.

A raíz de la fuerte polémica surgida en junio de 2010 por la citación únicamente en hebreo a un niño de siete años para ser interrogado por el Shin Bet -la agencia de inteligencia interna israelí-, las autoridades militares prometieron que, en adelante, toda documentación estaría escrita en hebreo y árabe. Nunca han cumplido su palabra.

En cuanto al trato, el 95% relata que, una vez identificados, les inmovilizaron atándoles las manos a la espalda con una brida de plástico muy ceñida a las muñecas, provocándoles «un intenso dolor» e incluso moratones por la falta de circulación en la zona.

«Uno de los soldados me retorció de forma violenta los brazos. De inmediato me colocó dos cuerdas de plástico muy ajustadas que me hacían mucho daño. Me tuvieron así 19 horas», recuerda Abdullah, de 15 años.

Desde el 1 de abril de 2010, el DCI ha documentado cuatro casos en los que, incluso, les ataron con una triple vuelta, incumpliendo el espacio mínimo de un dedo que por ley debe haber entre la muñeca y la brida.

Y el 30% denuncia haber sufrido algún tipo de maltrato físico, generalmente bofetadas y patadas. De los 311 testimonios recogidos, en 281 señalaron, además, que fueron vendados, impidiéndoles la visión por horas.

Sobre el trayecto al centro de detención, el 32% asegura haberlo hecho tumbado en el suelo metálico del jeep, golpeándose la cabeza cada vez que aceleraba o circulaban por carreteras irregulares, algo muy frecuente en la Cisjordania ocupada.

Un 38% de los detenidos padeció maltrato físico y un 23% abusos verbales o humillaciones durante su traslado, que se puede prolongar durante horas, con paradas en colonias o bases militares y sin posibilidad de beber agua o ir al baño. Al centro de interrogación llegan, casi siempre, esposados, con los ojos vendados y sin dormir. Un 58% se declara culpable y opta por no apelar la sentencia, siendo esta la vía más rápida para salir de prisión, ubicada en territorio israelí, a cientos de kilómetros de su familia.

«Uno de los momentos más traumáticos se produce en la detención. El menor se ve sobresaltado por un impresionante operativo, con soldados apuntándoles con sus armas y gritando. Después, viene la cárcel, donde pueden pasar meses lejos de su familia, con gente que no conoce, a veces encarcelado junto a adultos, sin posibilidad de compartir sus sentimientos. El menor siente el peso de todo el sistema militar israelí. Afrontar en soledad ese proceso les supone una vivencia terrorífica», concluye Nader Abu Amsha, director del programa de rehabilitación YMCA de Jerusalén Este.

 

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