Editorial 2012/8/17
Assange: asilo digno y persecución ominosa
laJornada
(...) La decisión de las autoridades de Quito de dar protección al informador perseguido [julian Assange] tendría que ser considerada un trámite rutinario de aplicación del derecho internacional -particularmente de las convenciones de Viena y de Caracas- y de las leyes ecuatorianas, ante la cual el gobierno británico no tendría que objetar la salida de Assange, mediante la expedición de un salvoconducto, de la sede diplomática hacia el aeropuerto, y de allí a Ecuador. Pero los amagos de Londres de impedir a toda costa la partida del periodista han generado ya una crisis diplomática que contrasta con la insustancialidad de la investigación por delitos sexuales, y la dejan ver como una coartada para llevar a cabo una tarea política mayor: la de cobrar venganza contra el australiano por haber evidenciado algunos de los aspectos más impresentables del poder público en decenas de países.
(...) Mientras los autores materiales e intelectuales de esas atrocidades permanecen libres e impunes, el hombre que presuntamente dio a conocer sus delitos ha sido sometido a torturas, largos periodos de aislamiento y, a la postre, al juicio de una corte marcial que podría condenarlo a cadena perpetua.
Se configura, de esta forma, un escenario poco usual, en el cual un gobierno democrático latinoamericano sale en defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y la integridad de un perseguido internacional, en tanto las autoridades de Washington, Estocolmo y Londres, que tanto se precian de promover la libertad, la justicia y la democracia, participan en una concertación trilateral para aplicar con Assange un escarmiento a todo ciudadano de cualquier país del mundo que ponga al descubierto la turbiedad interna del poder (...).
Las autoridades de Londres no debe descender a simas de barbarie semejantes, lo procedente es que, a la brevedad, otorguen un salvoconducto a Assange para que pueda abandonar el territorio británico. Para lograrlo será fundamerntal la movilización de la opinión pública mundial, que tanto debe, en materia de transparencia, democracia y acceso a la información, a Wikileaks y a su fundador.