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Maiorga Ramirez, Bakartxo Ruiz, Asun Fernandez de Garaialde, Sabino Cuadra Lasarte Electos y electas de Nafarroa en Iruñea y Madrid

La decisión democrática lleva 30 años esperando

La decisión libre de los navarros y navarras les dio miedo hace 30 años, y por eso negaron la palabra a la ciudadanía. Y ahora ese miedo se agudiza, porque saben que es un debate cada vez más candente

El 16 de agosto de 1982, hace 30 años, entró en vigor el Amejoramiento de Fuero de Navarra. Una fecha en la que nada tenemos que celebrar. Una fecha que muchos navarros y navarras asociamos inevitablemente a la imposición y al fracaso.

Imposición, porque el actual marco se gestó de espaldas a la ciudadanía, sin opción a que pudiera debatir ni decidir. Y es que entonces, como ahora, Nafarroa no era una comunidad cualquiera, era cuestión de estado. Y el Amejoramiento del Fuero tenía un objetivo político claro: blindar el estatus de Nafarroa y la división territorial de las cuatro provincias vascas. En definitiva, garantizar que en la articulación institucional Nafarroa quedara separada del resto.

Una decisión que estaba muy bien pensada, incluso antes de morir Franco, para que la Navarra foral y española quedara atada y bien atada.

Y fracaso, el que podemos percibir ahora con más nitidez que nunca. Llevamos 30 años viendo cómo UPN y PSN han priorizado su matrimonio de conveniencia, a merced de los intereses del Estado o, como dicen ellos, por el bien de la estabilidad de Nafarroa. Y estamos viendo cómo han dejado a Nafarroa sin la posibilidad de gestionar sus políticas económicas y sociales, con una supeditación vergonzosa a todas las exigencias de Madrid. Un marco que lastra y castra la posibilidad de adoptar medidas encaminadas a superar la actual situación. Un modelo UPN-PSN fracasado y agotado, que está llevando a Nafarroa a desmoronarse económica y socialmente.

El balance de estos 30 años es negativo para la libertad y los intereses de las navarras y navarros. Pero no podemos quedarnos con aquello de «mejor malo conocido que peor por conocer». Es hora ya de abrir un debate en profundidad. Es evidente que somos cada vez más los navarros y navarras que reivindicamos la necesidad de disponer de nuestras propias herramientas, más allá de las imposiciones del gobierno estatal de turno. Somos cada vez más los que reivindicamos un marco que satisfaga nuestras necesidades económicas y sociales, para que pueda estar al servicio de las personas y no de intereses de clientelismo de UPN y PSN.

UPN está siendo hoy el más dócil aliado con el que cuenta el reaccionario y centralista Gobierno del PP. Todas las principales agresiones y recortes sociales del PP han contado con el apoyo entusiasta y muchas veces único del partido de Barcina.

La decisión libre de los navarros y navarras les dio miedo hace 30 años, y por eso negaron la palabra a la ciudadanía. Y ahora ese miedo se agudiza, porque saben que es un debate cada vez más candente. Y muestra de ello es el Pleno extraordinario que se celebró en el Parlamento de Nafarroa el pasado 15 de marzo, así como el artículo de opinión que nuestra ínclita presidenta publicó (no hace falta aclarar en qué periódico) el pasado 8 de marzo. Suelta perlas como que «Su aplicación [la del Amejoramiento] supuso el mayor reconocimiento legal del autogobierno que Navarra haya tenido nunca». Sic. Encima, pre- tenden que reneguemos de nuestra historia.

El navarrerismo se aferra a un clavo ardiendo, queriéndonos hacer creer que el marco actual es el que nos va a llevar a superar la actual situación: «el Amejoramiento y el autogobierno (...) nos va a ser de innegable utilidad para superar las dificultades que hoy atravesamos». ¿A quién quieren engañar? Eso sí, parece que no las tiene todas consigo, cuando dice que «los partidos políticos (...) que defendemos la permanencia de nuestra Comunidad Foral en el marco constitucional de España, debemos esforzarnos en ver y hacer ver las muchas ventajas que para Navarra se derivan del mantenimiento de este estatus político».

En definitiva, ese miedo a la decisión de la ciudadanía subyace en la negación a que los ciudadanos y ciudadanas navarras podamos decidir qué tipo de relaciones interterritoriales e institu- ciones necesitamos. Ya se oyen cantos de sirena que hablan de una ficticia Ebro-Región. El intento de crear una cortina de humo para impedir el verdadero debate, que no es otro que el que ya tenía un respaldo social y político mayoritario durante la transición: la posibilidad de articular institucionalmente los cuatro territorios vascos.

Ya es hora de reabrir ese debate. Y, al contrario de lo que se hizo hace 30 años, nos corresponde a la ciudadanía decidir si queremos dotarnos de instrumentos políticos y económicos comunes a las cuatro provincias para hacer frente conjuntamente, y de manera efectiva, a la involución centralista del Estado. Sin más limites que la voluntad popular.

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