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Alemania reduce el paro a costa de precarizar las condiciones laborales

Diez años después de su entrada en vigor, puede decirse que la reforma laboral alemana ha conseguido reducir la tasa de desempleo. Pero a costa de llevar a la precariedad a miles de familias. La fórmula de los «minijob», tan enraizada en el país germano, es una de las razones para que casi 7,5 millones de personas busquen un empleo, bien sea para mejorar sus condiciones o para aumentar sus ingresos.

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Iraia OIARZABAL

Alemania es uno de los países de la zona euro con menor tasa de paro. De hecho, con un porcentaje que ronda el 7%, el nivel de desempleo en el país germano se sitúa por debajo de la media europea. Las autoridades germanas insisten en la incidencia de la reforma laboral en esta reducción del desempleo, y aunque pueda ser así, los datos esconden otra realidad no tan positiva. Y es que la reforma laboral también ha traído consigo un notable aumento de la precariedad entre los trabajadores, razón por la cual muchos ya se han lanzado a la búsqueda de otro trabajo o un empleo complementario.

Un estudio de la Oficina Federal de Estadística, Destatis, revela que casi 7,5 millones de ciudadanos alemanes buscan empleo, sea porque están desempleados o porque aspiran a ampliar su trabajo actual. Según concreta el informe, a los 2,5 millones de desempleados que buscan empleo activamente se les suman otros 3,5 millones que quisieran trabajar más.

Dentro de este grupo de personas empleadas que desearían trabajar más se encuentran unos dos millones de trabajadores en régimen de jornada reducida con intención de ampliarla. Asimismo, existen otros 1,7 millones de ciudadanos con jornada completa que de todos modos desearían trabajo complementario.

Completa el cómputo, hasta los 7,4 millones, la denominada «reserva silenciosa», integrada por 1,2 millones de personas, que pese a no buscar un empleo activamente, sí quisieran trabajar.

El fenómeno de los «minijob»

Los más críticos aseguran que las reformas que ayudaron a crear puestos de trabajo también tuvieron efectos negativos, ampliando y afianzando un sector de trabajos temporales y mal pagados, que aumentaron la desigualdad salarial. Este tipo de trabajo, tiene nombre propio, el denominado «minijob». Una modalidad de empleo subvencionado por el Estado y que implica un sueldo máximo de 400 euros mensuales y un límite de 40 horas mensuales. Una medida, por cierto, que el Gobierno español se planteó introducir en la última reforma laboral.

Los datos del departamento de Trabajo alemán muestran que los trabajos temporales y con bajos salarios crecieron tres veces más rápido que otro tipo de empleos entre 2005 y 2010. Los empresarios tienen condiciones más ventajosas y empleo más barato, mientras los trabajadores se agarran a lo que encuentran. Como consecuencia, el gasto de los trabajadores no aumenta, algo lógico teniendo en cuenta que, al no existir un salario mínimo nacional, hay sueldos que pueden estar incluso por debajo de un euro la hora.

Los datos confirman, asimismo, el arraigo de este tipo de empleos. Un informe de la OCDE refleja que en Alemania los contratos con salarios bajos constituyen el 20% de los trabajos a tiempo completo, frente al 8% en Italia y al 13,5% en Grecia. Los más escépticos con este tipo de trabajos defienden que, debido a las reformas, los trabajadores alemanes han tenido que pagar un alto precio, ya que reforzaron el sector de sueldos bajos y deprimieron los salarios. Ello ha originado un mercado laboral de dos niveles, ahondando en las desigualdades salariales.

Tras la implantación de la reforma laboral, uno de cada cinco puestos de trabajo es un «minijob». En total, para casi cinco millones de trabajadores, este es su principal empleo y existen pocas expectativas para avanzar, dado que el Estado apoya y subvenciona dicha modalidad. Además, a falta de un salario mínimo legal, los empresarios tienen vía libre en la contratación.

De este modo, aunque la tasa de paro ha descendido constantemente desde 2005, cuando entró en vigor la reforma laboral, las condiciones laborales y los salarios no han avanzado en dirección positiva. La precariedad crece en un entorno de temporalidad y desigualdades salariales. Un camino que el Estado español parece dispuesto a seguir.

El artífice de la reforma laboral se felicita por sus resultados

Al tiempo que se demuestran las nefastas consecuencias que la reforma laboral ha tenido en las condiciones de trabajo de una gran parte de la ciudadanía alemana, el excanciller Gerhard Schröder elogia los logros de ley impulsada bajo su gobierno hace exactamente diez años.

En concreto, incide en que su reforma, que incluyó recortes en los subsidios de los desempleados y la fórmula de los «minijob», ha conseguido bajar el número de desempleados de los cinco millones de su último año en el poder, en 2005, a los 2,8 millones actuales. Sin embargo, no se cuestiona los efectos secundarios que este descenso ha podido tener.

Por el contrario, los partidos de izquierda y la disidencia socialdemócrata critican la puesta en marcha del paquete de medidas de Schröder, que ha condenado a unos siete millones de ciudadanos a una mercado laboral marcado por la precariedad. GARA

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