El presidente sirio, Bashar al-Assad, apareció ayer rezando en una mezquita de Damasco con motivo de la fiesta del Eid al Fitr, que marca el final del Ramadán, coincidiendo con nuevos enfrentamientos entre las fuerzas leales al régimen y los insurgentes armados y con nuevas informaciones de medios de comunicación europeos de que los servicios secretos británicos y alemanes están ayudando a los rebeldes en Siria. Y todo ello horas antes de que a medianoche de ayer finalizara la misión de los observadores de Naciones Unidas en el país Árabe.

La de ayer fue la primera aparición pública del presidente desde el ataque que costó la vida a la cúpula de la seguridad del régimen el 19 de julio. Desde entonces, la televisión lo ha mostrado recibiendo a personalidades, pero es la primera vez que se le veía fuera de su palacio.

La opositora Comisión General de Revolución Siria (CGRS) aseguró en un comunicado que las fuerzas gubernamentales bombardearon con helicópteros la localidad de Al-Guta al-Sharquiya, en los suburbios de Damasco, y atacaron con tanques la localidad de Alama, en Deraa, y los barrios de la parte antigua de la ciudad de Homs. Cerca de medio centenar de personas, la mayoría civiles, murieron.

Mientras, a medianoche de ayer finalizaba el mandato de la misión de observadores militares de la ONU en Siria, aunque Naciones Unidas mantendrá su presencia en el país devastado por la guerra con una nueva oficina de enlace que buscará «apoyar los esfuerzos para una solución política», después de que sus 300 observadores se vayan.

Por otro lado, medios europeos como el británico «The Sunday Times» y el alemán «Bild am Sonntag» insistieron ayer en que los rebeldes contarían con la ayuda de los servicios secretos de sus respectivos países, que proporcionan al Ejército Libre Sirio (ELS) información sobre los movimientos de las tropas de Al-Assad y les han ayudado en algunos ataques.