Nos habían llegado noticias de que Don Cangrejo había aplicado un ERE en su restaurante Crustáceo Crujiente, en Fondo de Bikini, por lo que Bob Esponja y Calamardo habían sufrido las consecuencias de la crisis económica, aunque también preocupaba el futuro laboral de Patricio con la actual ofensiva ultraconservadora contra esos personajes infantiles de la televisión mundial.

Ayer, quienes acudieron al desfile de la Ballena pudieron constatar que Baly sigue pudiendo viajar al Botxo para marchar por la Gran Vía, aunque ya no tiene el dinero suficiente para atraer a todos sus amigos. Se limita a convidar a sus seres más cercanos, a los que comparten con ella el fondo marino.

A pesar de competir, entre otras ofertas, con el partido que el Athletic disputaba en San Mamés contra el Betis, cientos de personas acudieron a su cita anual con Baly, donde no faltó el toque medieval con las evoluciones de los Sbandieratori Città di Firenze, con sus intercambios de banderas al vuelo. Por detrás, la percusión de La Banda del Surdo anunció la llegada de la Ballena, cuyos chorros de agua fueron agradecidos por más de uno de los que se apostaban en las aceras.

Al hinchable de 12 metros de largo y 5 de diámetro le seguían los componentes del Orfeón San Antón; una cuarentena de voces mixtas, bajo la dirección de Alfredo Hurtado de Saratxo, marchaban a pie y en una camioneta. A escasos metros, otro de los habituales de la comitiva, el Pulpo, un simpático personaje de 6 metros de alto y 13 de diámetro que expulsa confeti por sus tentáculos. Tras la pareja de hecho que conforman la Ballena y el Pulpo iba su hijo, el Besugo.

Otro clásico del Botxo, la fanfarre Samasiku, de Santutxu, que viviera las primeras fiestas populares de la villa, puso más notas musicales y dio paso a otro componente de la familia de Baly, el Txangurro, espécimen de plástico de 10 metros de largo por 8 de anchura, a cuyos portadores les costaba mover sus grandes pinzas.

Una de las novedades fue la tripulación de un magnífico e imponente barco, la nave de los Aquarêves, que con su blanco impoluto y sus personajes de fábula, acompañados por la música, trató de transportar a los espectadores al movimiento de olas espumosas y fiestas mágicas. A ello ayudaron los bailarines y otros componentes de la tripulación, entre los que se encontraban domadores, acróbatas, zancudos virtuosos, malabaristas de bolas de nieve y músicos hechizantes.

De la tierra acudieron a la cita con Baly unos gigantescos animales salvajes de la sabana africana -un león, un rinoceronte y una simpática jirafa-. Sueltos por la Gran Vía, a su captura acudieron un grupo de exploradores y salvajes dispuestos a atraparlos con la ayuda del público, aunque hubo a más de una niña y un niño al que le costó acercarse a los imponentes muñecos hinchables denominados ``Safari Loco''.

Grandes eran La Gran Familia, una madre y sus hijos que fueron paseando por la principal y más céntrica artería de la villa provocando más de una sonrisa. Enormes también los familiares de la Ballena que llegaron desde las profundidades de los mares, desde aquellas cotas a las que al ser humano le cuesta llegar. Pulpo, Caballito de Mar, Bogavante, Tortuga y otra Ballena, esta de unas dimensiones inferiores a las de Baly, hicieron las delicias de quienes son asiduos a este desfile. Y entre los grandes animales marinos, un grupo de animación de seres fantásticos de los océanos ataviados con elementos marinos.