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Raimundo Fitero

Ecce homo

 

Verdaderamente el caso del Ecce homo de Borja se ha convertido en asunto universal en apenas unas horas. La pobre mujer que parece ha perpetrado este desaguisado está hundida en la más auténtica de las miserias. Desconcertada, aparece televisión como un ser extraño y resulta que quiso ayudar a limpiar una pieza del patrimonio de su pueblo. Pero a su pesar, todo este asunto se ha convertido en una metáfora, en un motivo para rellenar ese blanco con las imágenes icónicas de cualquier espantajo de la proximidad televisiva.

Y son las cadenas de televisión generalistas las que utilizan este suceso para mostrar el despliegue que ha tenido en otras cadenas de todo el mundo el asunto, lo que sumado al interés mostrado por las redes sociales a este tipo de circunstancias, nos encontramos hablando de una pieza de arte sacro elevada a la categoría de cachondeo pop. Lo que no deja de ser paradójico porque se trata de una expresión, ecce homo, para señalar a alguien que lleva magullado, hecho polvo, y es que estamos hablando de un pasaje de los evangelios, que quiere decir algo así como «este es el hombre», o «ahí está el hombre», lo que sí viene a cuento para señalar a ese Cristo apaleado, que podríamos en estos momentos colocar en tantos de los pasajes que estamos viviendo de cerca con inusitada violencia sobre personas por parte de los medios de comunicación tardo-franquistas que se están cebando con la saña más carroñera.

La pobre mujer se siente culpable, pero simplemente ha borrado una cara de un cuadro, que presumiblemente se podrá restaurar, pero todo lo que ha salido del consejo de ministros, son borrones históricos, limpieza con lejía ideológica retrógrada de derechos, tomaduras de pelo de considerables dimensiones. Lo peor de estos desastrosos ministros ultras del presidente ausente no es lo que publican en el BOE, sino sus explicaciones, que son todavía más insultantes. Pero los palmeros mediáticos elevan esas chorradas a categoría de concepto filosófico. Lástima que González Pons esté tan descerebrado que confunde a López con Ibarretxe, un claro síntoma de deterioro total, porque les ayudaba a dar titulares capciosos.