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CRíTICA Quincena Musical

En la costumbre parisina

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Mikel CHAMIZO

Aunque suene un poco pretencioso, es como si uno ya supiera de antemano si le va a gustar o no la Orquesta de París en función de la obra que interpreten. Han venido varias veces a Donostia, incluso a la Quincena Musical, y siempre han repetido las mismas pautas: un rendimiento absolutamente magnífico cuando tocan música francesa, pero una cierta inflexibilidad para mutar su sonido cuando abordan otros repertorios. En su concierto del jueves volvió a ocurrir, con un «Preludio a la siesta de un fauno» de Debussy que tímbricamente fue de ensueño. La flauta, el oboe, las trompas, la cuerda habitada de claroscuros. Uno podía cerrar los ojos y escuchar, maravillado, con que precisión se contrapesaban e imbricaban los instrumentos, formando un lienzo sonoro de enorme complejidad y belleza. La versión no llegó a más porque Yoel Levi relajó en exceso la tensión en una partitura que hay que empujar hacia delante, desaprovechando la oportunidad de liberar toda la emoción que guarda uno los clímax más hermosos de toda la música francesa.

Pudimos desquitarnos algo de la decepción del «Fauno» con un «Concierto para la mano izquierda» de Ravel que Levi si consiguió perfilar en todas sus facetas, desde los timbres oscurísimos del inicio a la salvaje marcha de la sección central. El pianista Jean-Frédéric Neuburger, uno de los grandes prodigios de la joven generación de pianistas, realizó lo que a muchos se nos antoja una proeza: tocar con una sola mano como si parecieran dos, y además extraer cada matiz del contrapunto aplicando diferencias de peso a cada uno de los cinco dedos. Claro, se supone que en eso consiste un concierto para la mano izquierda, pero Neuburger lo realizó con tanta calidad que la gente no pudo menos que sorprenderse de que eso fuera posible. La segunda parte estuvo dedicada a la «Sinfonía nº7» de Dvorák y, como era de esperar, la cuerda de la Orquesta de París comenzó a mostrar problemas para obtener el peso que requiere esta sinfonía llena de tuttis y clímax. Tampoco Levi supo organizarlos bien, así que la sinfonía pasó de tutti en tutti y tiro porque me toca, hasta el final.

Ficha

Intérpretes: Orquesta de París.

Yoel Levi, director.

Jean-Frédéric Neuburger, piano.

Programa: «Preludio a la siesta de un fauno», de Claude Debussy.

«Concierto para la mano izquierda», de Maurice Ravel.

«Sinfonía nº 7, op. 70», de A. Dvorak.

Lugar y fecha: Donostia, Auditorio Kursaal. 23/8/2012.

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