Ainara Lertxundi Periodista
Soldados israelíes rompen su silencio
La llegada del velero Estelle a las costas de Euskal Herria y con ello el inicio de la gira de la tercera Flotilla de la Libertad ha vuelto a situar, en pleno agosto, el bloqueo a la Franja de Gaza en la agenda de los medios de comunicación.
Con un millón y medio de habitantes y un bloqueo marítimo y terrestre impuesto por Israel desde junio de 2007 para castigar la victoria de Hamas, a este territorio palestino únicamente le queda el amparo de la comunidad internacional para sobrevivir y que su voz se oiga más allá de la ocupación.
Pero, el bloqueo es solo un ejemplo más de las medidas represivas del Estado israelí contra el conjunto de la población palestina. Se calcula que en los últimos 44 años, 726.000 palestinos, independientemente de su edad y género, han sido detenidos.
En estas cuatro largas décadas, un sinfín de informes de la ONU y de organizaciones no gubernamentales han denunciado las constantes injusticias que padecen día a día. Nadie se libra del peso de la ocupación. Ni siquiera los niños.
La organización Breaking the Silence, que agrupa a exsoldados israelíes, ha hecho públicos más de treinta testimonios de militares destinados a los territorios ocupados en los que detallan las palizas, intimidaciones, humillaciones, abusos verbales y los terroríficos operativos nocturnos de los que son objeto los niños y adolescentes palestinos.
«Nunca sabes sus nombres, nunca hablas con ellos, siempre lloran, se defecan y se mean en los pantalones (...) Recuerdo a un niño de nueve años tumbando en el suelo rogando por su vida. ¿Acaso un niño tiene que rogar por su vida? Una arma cargada le apuntaba y él suplicaba clemencia», resalta uno de los soldados al recordar el operativo en el que arrestaron a este niño bajo la acusación de arrojar piedras.
Reflexiones como esta deberían servir para concienciar a los gobernantes y, en especial, a la sociedad israelí, a quien, tal y como reconoce este exmilitar, «le resulta más fácil mantenerse ajena a esta realidad que asumir que todo esto se hace en su nombre».