Dos ataques casi simultáneos causan al menos quince muertos en Daguestán
Dos ataques casi simultáneos acabaron ayer en la inestable república norcaucásica de Daguestán con la vida de quince personas. Una kamikaze mató a un líder religioso suní y a otras seis personas poco antes de que un soldado ruso abatiera a siete compañeros antes de suicidarse.
GARA | MAJACHKALÁ
Siete personas, entre ellos el jeque Said Afandi Atsayev (Al Chirkavi), destacado científico y líder religioso sufí, y la kamikaze, murieron ayer en un atentado con bomba en la inestable república de Daguestán, en el Cáucaso Norte, una región azotada por una rebelión islamista.
Fuentes de la seguridad rusas indicaron que la explosión fue provocada por un artefacto casero que la mujer llevaba adosado a su cuerpo, en la vivienda del jeque Atsayev en Tchirkeï, en la región de Buynaksk.
Said Afandi Atsayev era un líder religioso sufí de 75 años de edad que defendía una interpretación moderada del islam e hizo llamamientos a cooperar con las autoridades rusas para hacer frente al auge de un islamismo más radical en la región. Estaba considerado como uno de los líderes religiosos más influyentes de Daguestán, donde el clero musulmán tradicional ha sido objetivo de numerosos atentados en los últimos dos años.
El 27 de octubre de 2011 fue abatido otro destacado líder religioso daguestaní, el jeque Sirazhutdin Israfilov, que tenía varios miles de seguidores.
Meses antes, en junio, los insurgentes mataron a tiros al rector del Instituto de Teología y Relaciones Internacionales de Majachkala, Maksud Sadikov, y a su sobrina. Sadikov era conocido como enemigo declarado de la corriente radical islamista wahabi.
En abril de 2011 fue ejecutado el imán de la mezquita de Yasnaya Poliana, Magomed Saipulayev, que según el Comité Nacional Antiterrorista ruso había sido amenazado por criticar la actividad armada de la guerrilla islamista que actúa en la región.
Poco después de conocerse este atentado, el presidente ruso, Vladimir Putin, de visita en Tatarstán, república de Rusia central -cercana al Cáucaso Norte- de tradición musulmana, apeló a la sociedad rusa a la unidad y a no dejarse dividir por motivos religiosos.
El pasado 19 de julio, el moderado muftí de Tatarstán resultó herido en un ataque, en el que murió su adjunto.
«Nuestro pueblo no permitirá que la sociedad se disperse y divida en las comunidades nacionales o religiosas, y con ello debilitar a Rusia, destruyendo la casa de todos», afirmó Putin, citado por las agencias noticias rusas, en clara referencia a las repúblicas norcaucásicas, enfrentadas a la metrópoli moscovita desde la caída de la Unión Soviética hace dos décadas.
Rusia lucha contra una intensa insurgencia islamista en el Cáucaso Norte, especialmente en las repúblicas de Daguestán e Ingushetia, regularmente afectadas por atentados de los que las autoridades rusas responsabilizan a los guerrilleros que buscan establecer un Estado islámico en la región.
Al menos 30.000 soldados rusos fueron trasladados en marzo desde Chechenia -sometida a un rígido régimen policial instaurada por su presidente, el prorruso Ramzan Kadirov- a Daguestán debido a la escalada de violencia.
Ocho soldados
Pero el atentado de Tchirkeï no fue la única acción armada que tuvo lugar ayer en Daguestán. Casi de forma simultánea, un soldado de la guardia fronteriza rusa mató a siete compañeros antes de quitarse la vida.
Una fuente del Ministerio daguestaní de Interior indicó que «un soldado profesional de la guardia fronteriza abrió fuego contra sus compañeros que custodiaban en la entrada de los cuarteles», cerca de Derbent, donde ocurrió el tiroteo.
Tras matar a los dos soldados que montaban guardia, accedió al interior de las instalaciones militares donde empezó a disparar de forma indiscriminada contra compañeros del Servicio de Fronteras y contra miembros de una unidad especial del Ministerio del Interior que estaban apostados en el mismo puesto, matando a otros cinco.
Algunas fuentes indicaron que el autor de la matanza se pegó un tiro; otras apuntaron a que cayó en el fuego cruzado.
Un activista opositor de La Otra Rusia y una periodista y bloguera rusa han pedido asilo político en Ucrania por miedo a la represión del régimen de Vladimir Putin. Tomaron el tren Moscú-Kiev hace dos meses. «Vivir en Rusia es demasiado peligroso», aseguran.
Una opositora al régimen de Vladimir Putin fue sentenciada ayer a ocho años de prisión por «tráfico de drogas», una acusación cuyas pruebas, según la condenada, fueron fabricadas. El tribunal de la ciudad de Smolensk duplicó por iniciativa propia en su fallo la petición de condena solicitada por la Fiscalía.
La sentencia contra la activista del grupo La Otra Rusia Taisia Osipova, de 27 años de edad y madre de una niña, fue calificada por algunos defensores de los derechos humanos como una nueva señal de dureza enviada por el Kremlin a los disidentes.
Defensores de Osipova y la propia condenada sostienen que es un caso fabricado y que las drogas se las colocaron cuando rehusó dar a la Policía información sobre su esposo, el dirigente de La Otra Rusia Serguei Fomenkov.
El veredicto de ayer es el segundo que la Justicia rusa dicta contra Osipova, que ya fue condenada a diez años de prisión en 2011, por el mismo delito, aunque aquella primera resolución judicial fue invalidada en segunda instancia después de que el entonces presidente ruso, Dmitri Medvedev, se pronunciara a favor de revisar el expediente al estimar que el castigo era excesivamente duro. GARA
Un espectáculo sobre el juicio a las tres componentes del grupo de punk ruso Pussy Riot condenadas a dos años de prisión por una actuación anti-Putin fue puesto en escena el lunes por la noche en un teatro de Moscú conocido por su sátira política.