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Occidente «ya no tiene posibilidades de lograr la victoria» en Afganistán

Muy mal tienen que ir las cosas para que el «recambio» de Occidente para liderar el Gobierno títere afgano, Abdullah Abdullah, dé la guerra por perdida. Y peor cuando se niega a confirmar que vaya a presentarse en los comicios de 2014. El delfín y luego principal rival del presidente Karzai no ahorra críticas a la gestión de la ocupación y advierte de que Afganistán podría recaer en un escenario de guerra civil.

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GARA | KABUL

La ya remota esperanza de una victoria -o siquiera de una retirada honorable- de Afganistán «se desvanece a cada día que pasa», lamenta Abdullah Abdullah, quien fuera delfín y luego rival del presidente títere de Kabul, Hamid Karzai.

Once años después de la invasión occidental de Afganistán -que siguió a los ataques del 11-S- y cuando faltan menos de dos años y medio para el final de la programada retirada del país de los 130.000 soldados de la OTAN, la bautizada como «guerra contra el terrorismo» en suelo afgano ha perdido todo su lustre (si alguna vez lo tuvo).

El Gobierno de Kabul instaurado por Occidente es calificado abiertamente como fallido y corrupto, un número creciente de sus soldados vuelven sus armas contra sus teóricos aliados de la OTAN y los insurgentes talibanes intensifican sus ataques.

«Cuando los americanos llegaron a Afganistán fueron recibidos con los brazos abiertos por una población que se ahogaba bajo el puño de hierro de los talibanes», sostiene Abdullah en una entrevista concedida a la agencia AFP en el jardín de su lujosa y ultracustodiada residencia de Kabul.

«La distracción iraquí»

Tras derrocar al poder talibán, los EEUU de George W. Bush desviaron rápidamente su atención a la «bestia negra» del entonces inquilino de la Casa Blanca, Irak, «una distracción» por la que Afganistán sigue a día de hoy pagando el precio, sostiene.

«Entonces era el momento propicio, la población tenía sed de cambio. Y nosotros necesitábamos un compromiso firme para reconstruir y desarrollar el país», insiste Abdullah.

Apunta, asimismo, a Pakistán, acusado de apoyar bajo manga a los talibanes para preservar sus intereses estratégicos en Afganistán.

Para este político, que luchó contra los talibanes en los años 90 al lado del comandante Ahmad Shah Massud, Islamabad ofreció a los talibanes una base de retaguardia en su huida, permitiéndoles tomar aire, regenerarse y lanzarse otra vez al asalto del país. «El doble lenguaje de Pakistán fue ignorado justo cuando se podría haber rematado a los talibanes», señala.

Occidente «no ha sabido» ganarse la confianza de los afganos, derrochando miles de millones de dólares sin resultados y fracasando a la hora de constuir una paz estable en el país. «Calificar esta misión de éxito o de victoria es más difícil cada día que pasa. Lo que no se hizo en su momento es cientos de veces más difícil de hacer ahora», se lamenta.

Este oftalmólogo, hijo de madre tayika y padre pastún, fue el portavoz del comandante Massud, uno de los líderes de la resistencia contra la ocupación soviética y que murió en un atentado imputado a Al-Qaeda dos días antes del 11-S. Abdullah sería primer ministro de Exteriores del Gobierno Karzai.

Abdullah le acusa hoy de haber creado una fosa entre la élite política y la población. En las presidenciales de 2009, logró el 30% de los votos en la primera vuelta y se retiró de la segunda tras denunciar fraudes masivos.

Se niega a desvelar si se presentará a las presidenciales de 2014 -«más de la mitad de mi corazón me dice que debo hacerlo»-. Karzai no puede optar a una tercera reelección, pero su exministro de Exteriores teme que antes «descarrile el proceso político, hundiendo al país en una crisis interétnica» similar a la que siguió a la retirada de las tropas soviéticas a finales de los ochenta.

«La guerra va a seguir, pero nuestra única posibilidad es salvar el proceso político. De lo contrario, una crisis de proporciones gigantescas asomará en el horizonte», advierte, elevando los ojos al cielo.

El peor día para el Ejército australiano desde la guerra de Vietnam

Cinco soldados australianos han muerto en menos de 24 horas en Afganistán, en el día más aciago para las tropas de este subcontinente oceánico desde la guerra de Vietnam.

Tres soldados australianos de la OTAN murieron en la noche del miércoles al jueves en un nuevo «ataque desde el interior», eufemismo con el que los occidentales presentan a los ataques de talibanes infiltrados en el Ejército nacional afgano».

«Un individuo que portaba el uniforme del Ejército afgano volvió su arma contra la ISAF y mató a tres soldados» en la provincia de Uruzgan (sur), señaló en un comunicado.

El general afgano Abdul Hamid Hamid aseguró que «la patrulla australiana quería entrar en un campamento militar y el soldado afgano que vigilaba la entrada disparó pensando que eran enemigos». El ministro australiano de Defensa, Mark Binskin, insistió en que el incidente se produjo en el interior de la base.

Entrada la mañana, otros dos soldados murieron al estrellarse el helicóptero que pilotaban en la provincia de Helmand (sur).

La OTAN anunció que investigará las causas del siniestro, pero aseguró que no había actividad insurgente, «Es nuestro peor día en Afganistán y el día en que mayores pérdidas hemos sufrido en un campo de batalla desde la guerra de Vietnam», señaló la primera ministra australiana, Julia Gillard, quien recortó su visita al Fórum del Pacífico para volver al país.

Australia, que cuenta con 1.500 soldados en Afganistán, ha perdido a 38 desde la invasión y ha anunciado que adelantará en un año, para finales de 2013, su retirada. GARA

uzbekistán

El Senado de esta república fronteriza con Afganistán ha ratificado la prohibición de que el país pueda acoger bases militares extranjeras. Trata así de calmar a Rusia, que teme que EEUU instale una base tras su retirada en 2014.

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