Los talibanes afganos conmemoran el 11-S atacando otra base de la OTAN
En vísperas de un nuevo aniversario de los atentados del 11 de setiembre en EEUU, un doble atentado de la insurgencia talibán contra la base militar de la OTAN en Sayedadab (Wardak), atacada también hace un año, dejó ayer al menos catorce muertos, dos de ellos soldados estadounidenses. La acción, una de las peores de los últimos meses contra las tropas de ocupación, desafía a la nueva cúpula de seguridad.
GARA | KABUL
Al menos 14 personas, incluidos dos soldados estadounidenses, murieron y 60 más resultaron heridas en un doble ataque suicida contra una importante base militar de la la OTAN situada en el centro de Afganistán, en una nueva escalada de violencia en el país y en vísperas del decimoprimer aniversario de los atentados del 11 de setiembre en EEUU. La acción, que fue reivindicada por la insurgencia talibán, dejó diez civiles y dos policías afganos muertos, según el último balance de las autoridades locales.
La base atacada está controlada por tropas de Estados Unidos y en las mismas instalaciones hay un recinto utilizado por el Ejército Nacional afgano, indicaron responsables de la policía del distrito de Sayedabad, en la provincia de Wardak.
El primer kamikaze se acercó a pie a la base, ubicada en las proximidades de la sede del Gobierno de la provincia de Wardak, e hizo estallar la carga explosiva que llevaba en la entra- da de la instalación militar. Esa acción «permitió que un camión entrara en el lugar y detonara a su vez los explosivos que cargaba», explicó un portavoz del Gobierno de la provincia, Shahidulah Shahid.
Dos soldados de EEUU
En un primer balance oficial cifró en seis el número de fallecidos, que posteriormente fue elevado a doce, ocho civiles y cua- tro policías afganos, y se citaba a dos soldados estadounidense entre los heridos. Ambos fallecieron después en el hospital, según informó en un comunicado el contingente militar de EEUU.
Shahid indicó a Efe que varios de los heridos se encontraban en «estado crítico», por lo que no descartó que aumentara el número de víctimas mortales.
Los heridos se contaban por decenas ya que las explosiones destrozaron en parte un mercado cercano a la base militar.
Zabiulah Muyahid, un portavoz talibán, reivindicó la autoría del doble atentado en nombre del movimiento insurgente y aseguró que había causado decenas de bajas, «entre muertos y heridos» en las filas de las tropas de ocupación estadounidenses.
El doble atentado, uno de los peores de los últimos meses contra las fuerzas extranjeras coincidieron n con un relevo en la cúpula del apartado de la seguridad de la Administración afgana por el incremento de los ataques a través de la violencia.
El presidente del Gobierno títere, Hamid Karzai, destituyó esta semana al jefe de los servicios secretos, Rahmatulah Nabil, semanas después de que a principios de agosto el Parlamento retirase la confianza a los ministros de Defensa, Abdul Rahim Wardak, e Interior, Bismulah Mohamadi, lo que obligó a Karzai a anunciar su reemplazo.
Wardak y Mohamadi habían recibido fuertes criticas por el incremento de los ataques a través de la frontera con Pakistán, mientras que a Nabil se le responsabiliza del aumento de las infiltraciones de talibanes en las fuerzas afganas, que están causando numerosas bajas entre las tropas internacionales.
El distrito de Sayedabad es uno de los numerosos bastiones de los talibanes en el país. Hace un año, un ataque con un camión explosivo dejó 80 heridos, entre ellos 50 soldados estadounidenses, en la misma base de la OTAN.
La ISAF confirmó ayer la muerte del alto comandante de Al- Qaeda Abu Walid en una operación conjunta llevada a cabo el mes pasado por tropas estadounidenses y afganas en la localidad de Wathapur, en la provincia de Kunar.
Al menos cuatro personas murieron y dos han resultado heridas ayer en un nuevo ataque perpetrado por un avión no tripulado estadounidense (drone) en la región paquistaní de Waziristán Norte, cerca de la frontera con Afganistán.
La investigación iniciada en 2008 sobre el programa de la CIA para la detención e interrogatorio de supuestos combatientes arrestados en el marco de la «guerra contra el terrorismo internacional» del Gobierno de EEUU, que autorizaba la práctica de torturas, fue cerrada esta semana sin que se presentaran cargos criminales contra ninguno de los implicados, según informó el Departamento de Justicia.
Los interrogadores utilizaron, entre otras, técnicas como el «waterboarding» (la bañera), conocida también como ahogamiento simulado y considerada como un acto de tortura por el Derecho Internacional.
El fiscal general estadounidense, Eric Holder, dijo al cerrar el caso el jueves que la investigación «se ha limitado a determinar si los crímenes fueron cometidos, y no resuelve otras cuestiones relacionadas con las conductas examinadas», informó Reuters.
La CIA, que siempre ha mantenido que el programa se implementó bajo normas comunicadas por abogados del Gobierno del expresidente George W. Bush, celebró la decisión, mientras que activistas pro derechos humanos la criticaron al calificarla de «decepcionante». «Está bien documentado que las torturas y los abusos fueron generalizados y sistemáticos tras el 11-S. Los casos merecían ser tomados más en serio», afirmó Melina Milazzo, integrante de Human Rights First. GARA