Sara Ibáñez | Meatzaldea Bizirik
Explosión de una refinería: una pesadilla para quienes convivimos con Petronor
La caída de un vehículo al gasoducto, bajo la A8, puede provocar un accidente de dimensiones incalculables
Más de 40 muertos, una cifra en aumento. Una explosión de gas... y la destrucción completa de edificios (por ejemplo el de la Guardia Nacional) a 500 metros... tanques ardiendo...
Algunos periódicos hablan de falta de mantenimiento, muchos comentarios acusan al atraso de Venezuela y muchos al propio presidente Chávez. Pero los que tenemos que vivir junto a una refinería como Petronor sabemos que los accidentes, los incidentes, las fugas, las paradas y arranques son el pan nuestro de cada día en una industria que trabaja con un producto como el petróleo.
Miles de tuberías, tanques, esferas, torres de refrigeración, mecheros... un conjunto muy contaminante y explosivo. La corrosión, el mal cierre de una válvula, el retraso en el arreglo de piezas defectuosas en aras de garantizar la producción permanente ponen en peligro constante nuestras vidas.
En nuestro caso, un área de 500 metros engloba el conjunto del casco urbano de Muskiz y de Las Carreras, cierra el puente de la A8 y la carretera nacional e impide nuestra posible evacuación. Tenemos tres escuelas, una de ellas con más de 2.000 alumnos a menos de 150 metros.
Ya hemos vivido una explosión en 2002, un recuerdo difícil de olvidar que por suerte no generó la cadena de acontecimientos que hemos visto en Venezuela, pero sí fuimos conscientes del peligro en el que vivíamos y la imposibilidad de evacuación en la que estábamos.
Sin contar los accidentes, los incidentes son casi diarios. El más grave en marzo, cuando a raíz de la perforación de los intercambiadores se mezcló la nafta con el agua y fue vaporizada por la torre de refrigeración. Respiramos durante casi 15 días benceno. Fueron nuestras propias denuncias las que obligaron a actuar al Departamento de Medio Ambiente, y solo después, la refinería paró su actividad, cuando conocía perfectamente el problema.
Todo el mundo reconoce que está mal ubicada, que se instaló en «unos tiempos (la dictadura de Franco) en los que pasaban estas cosas», que hoy sería imposible poner una refinería tan cerca de Bilbo, en el centro de un núcleo urbano y en una zona de marismas, pero la realidad es que el propio Gobierno Vasco, con el apoyo decidido del PSE y del PNV, ha consentido que amplíe su instalación con una planta de coke y de cogeneración eléctrica, que dentro de sus instalaciones se coloque un tendido de alta tensión (doble línea de 400.000 voltios) y un gasoducto en sus inmediaciones, ambos bajo el puente de la A8. La caída de un vehículo puede provocar un accidente de dimensiones incalculables.
Es urgente que el Gobierno Vasco controle directamente las actividades, el grado de conservación de las instalaciones, las emisiones e inmisiones de la refinería y se nos mantenga puntualmente informados, que se paralice la instalación de la línea de alta tensión y demás macroproyectos que están minando nuestra salud y seguridad.