El presidente egipcio, Mohamed Morsi, reiteró ayer los llamamientos para un cambio de régimen en Siria. «El tiempo del cambio ha llegado», afirmó en la apertura de una reunión ministerial de la Liga Árabe en El Cairo. «No hay que perder el tiempo hablando de reformas, el pueblo sirio ha hecho oír con claridad su voz», añadió, advirtiendo a Al Assad de que «su régimen no durará mucho». Urgió a actuar a los países árabes señalando que «no podemos dormir mientras que la sangre siria se vierte día y noche. Si no actuamos, el resto del mundo no actuará seriamente». Asimismo, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó al régimen de Al Assad de haberse convertido en un «Estado terrorista». Añadió que Turquía «no puede permitirse el lujo de permanecer indiferente» y acusó a Al Assad de «estar hundido hasta el cuello en la sangre de sus conciudadanos». También criticó la «indiferencia de la comunidad internacional» y de las naciones musulmanas.

En el interior del país el número de muertos siguió aumentando. Al menos 32 personas murieron en bombardeos sobre los barrios rebeldes de Alepo y en el este del país se produjeron combates por el control del aeropuerto de Bukamal. También se registraron violentos choques en Damasco, Idleb, Homs y Deraa. «El balance de pérdidas humanas es impresionante, la destrucción alcanza proporciones catastróficas y el sufrimiento de la población es inmenso», afirmó el enviado de la ONU, Lakhdar Brahimi, ante la Asamblea General. Su secretario general, Ban Ki Moon, criticó además a los países que suministran armas a los beligerantes y lanzó un llamamiento para financiar la ayuda humanitaria