El triunfo del independentismo en Quebec quedó dramáticamente empañado por el atentado, probablemente contra la líder del Partido Québécois, Pauline Marois, en el que resultó muerta una persona. Sin entrar en los pormenores del grave suceso, resulta inevitable recordar el contexto en el que se ha desarrollado la campaña electoral, un contexto de amenazas de caos, por parte de la prensa anglófona, en el caso de que ganase el PQ.

Con un previsible gobierno en minoría de los independentistas, continúa sin despejarse la incógnita sobre las posibilidades de convocar un nuevo referéndum independentista. En cualquier caso, estas elecciones han dejado claro que, en contra del discurso interesado que aseguraba que el independentismo en ese país era un debate superado, este no solo sigue vigente, sino que los argumentos de los independentistas están muy arraigados. En el referéndum de 1980 estos quedaron lejos del 50%, pero en 1995 rozaron ese porcentaje. No es fácil pronosticar un resultado para una hipotética consulta en esta legislatura, pero la primera mujer que seguramente dirigirá el Ejecutivo se mostró ayer convencida de que Quebec se convertirá en un país soberano.