Dos empleados de la central nuclear de Fessenheim, situada en el este del Estado francés, sufrieron ayer quemaduras leves en las manos tras el «incidente químico», según la compañía eléctrica EDF. No se registró incendio alguno, como se había temido tras saltar los sistemas de alarma de la planta, que es la más antigua del país, pues se puso en marcha en 1977.

El Gobierno francés, así como el grupo EDF, que explota 19 centros de producción nuclear, restaron importancia al incidente. La ministra de Ecología y de Energía, Delphine Batho, calificó el hecho de «accidente de trabajo». Según EDF, se produjo un «pequeño problema», que tuvo lugar en los edificios auxiliares de la zona nuclear, pero no en el edificio del reactor.

Aun así sí tuvo lugar dentro de la declarada «zona nuclear», por lo que, según precisó en una conferencia telefónica el director de la central, Thierry Rosso, se pusieron en marcha los procedimientos de actuación habituales. «Ha habido una liberación de vapor de agua oxigenado, producido después de la inyección en el depósito de peróxido de hidrógeno, que ha reaccionado con el agua», explicó un portavoz de la Prefectura.

El equipo de seguridad de la instalación y los bomberos constataron que no había habido una fuga de fuego o de humo, y atendieron a los dos trabajadores heridos, que registraron una irritación en los dedos y no necesitaron ser desplazados a un hospital.

Tanto Rosso como el Ministerio de Ecología subrayaron que no hubo ningún impacto medioambiental, pero destacaron que cumpliendo con el operativo habitual, tanto EDF como la Autoridad de Seguridad Nuclear francesa (ASN) van a abrir una investigación para esclarecer lo sucedido. El director adelantó que cuando se introduce agua oxigenada en esa cantidad y concentración, necesaria para que sea eficaz, se produce un aumento de la temperatura que en este caso provocó la fuga.

Pero el accidente sí provocó que se reavivara la discusión el gobernante PS y sus socios ecologistas. Para el diputado ecologista François de Rugy, el incidente «recuerda a todos los que creían que con la energía nuclear no había problemas de seguridad, que siempre hay un peligro». Recientemente el ministro Arnaud Montebourg vio «un sector de futuro», allí donde los ecologistas miembros del Gobierno ven una que amenaza del pasado.