Análisis | hacia las elecciones del 21 de octubre
Unas elecciones muy novedosas
El curso político ha arrancado definitivamente sus motores y los partidos y coaliciones aceleran con la meta del 21 de octubre en el horizonte, una cita con las urnas que puede cambiar el escenario político conocido en las últimas décadas en la CAV y dar lugar a nuevos equilibrios de fuerzas que rompan con inercias anteriores.
Iñaki IRIONDO
Este pasado fin de semana partidos y coalición han cerrado ya la elaboración de sus candidaturas y, mientras ultiman sus respectivos programas, ya empiezan a perfilarse también con cierta nitidez cuáles son sus estrategias y con qué intenciones afrontarán la campaña.
Una crisis acentuada, el final de la actividad armada de ETA hace casi un año y la presencia por primera vez de una coalición independentista de izquierda con posibilidades ciertas de ganar, o al menos de quedar muy cerca de la victoria, hacen que estas elecciones autonómicas sean muy distintas de cuantas se han celebrado hasta la fecha y abran puertas a escenarios desconocidos.
El PNV aspira a gobernar en solitario
El PNV siempre ha sido el partido más votado en unas elecciones autonómicas y también aspira a serlo en esta ocasión. El fantasma que le acecha ahora es que le ocurra lo que en 1986, tras la escisión de EA, cuando ganó en votos pero sacó dos escaños menos que el segundo, que entonces fue el PSE y ahora podría ser EH Bildu. PNV y PSE salvaron aquella situación con un gobierno de coalición, que en 2012 no se antoja posible entre jeltzales e independentistas.
La intención declarada del PNV es intentar gobernar en solitario. Por si las insinuaciones de Iñigo Urkullu durante los días anteriores no habían sido suficientes para que se captara el mensaje, el presidente del GBB, Joseba Egibar, se encargó de decirlo con todas las palabras el pasado jueves en una mesa redonda que protagonizó en Barcelona junto a Pernando Barrena. Los jeltzales creen que no les sería difícil conseguir en cada caso las mayorías suficientes para ir aprobando presupuestos o leyes, pero el primer obstáculo que tendrían que superar es el de la investidura. Para que Urkullu llegue a lehendakari necesita ser el candidato con más escaños -no son previsibles coaliciones entre otros partidos que puedan desbancarle- o, si se viera superado por EH Bildu, podría contar con el apoyo del PP, el más interesado en cortar el acceso al gobierno del independentismo.
Iñigo Urkullu se presenta como el candidato de la garantía de gestión, pero lo cierto es que su indiscutible éxito al frente del EBB en la «pacificación» de la vida interna del partido se ha contrapuesto con la merma de poder institucional bajo su mandato. El PNV perdió Ajuria Enea, las diputaciones de Araba y de Gipuzkoa, numerosos ayuntamientos y un diputado en Madrid.
Urkullu, maestro de escuela de profesión, tratará de hacer de la cuestión económica uno de los vectores de su campaña, pero el anuncio no cumplido de la quiebra de las arcas del Gobierno de Lakua para primavera juega en su contra y en contra de la ganada fama de hombre serio que atesora.
Tampoco es Urkullu un candidato con carisma ni capaz de ilusionar al electorado. Y las aguas internas no bajan tan cristalinas como quisiera un partido que tiene que ganar, lo que siempre exige un esfuerzo militante. En Araba, la victoria de Xabier Agirre sobre Iñaki Gerenabarrena en las elecciones internas del ABB se ha traducido en la salida de la lista alavesa de parlamentarios con peso en la última legislatura como Mikel Martínez (miembro de la Mesa) y Nerea Antia. En Gipuzkoa las elecciones internas no causaron tantas heridas, pero se da la paradoja de que los «críticos» deben apoyar una candidatura de Joseba Egibar mientras que los «egibarristas» han de trabajar para una victoria de Urkullu, lo que no aparece como un escenario muy ilusionante ni para unos ni para los otros.
Pero hay tambien quien se atreve a vaticinar, con datos de encuestas en la mano, que el PNV tampoco obtendrá en Bizkaia la goleada que espera, lo que complica que en el conjunto obtenga una ventaja suficiente para gobernar en solitario. Lo que al final puede darle cierto aire es la campaña de la derecha extrema del PP, hablando de la «victoria de ETA», que puede hacer que el voto mas moderado del electorado de este partido opte por el PNV como mal menor y freno de EH Bildu.
EH Bildu, la opción de la izquierda
Tras los éxitos de Bildu y de Amaiur en las elecciones de 2011, EH Bildu puede todavía subir un escalón más en estos comicios si acierta a convertirse en la opción de la izquierda, de quienes aspiran a darle la vuelta al calcetín del sistema en un momento en el que la receta de todos los gobiernos ante la crisis pasa por los recortes de derechos económicos y sociales.
La identificación de la opción de la independencia como salida económica se vería potenciada si la coalición es capaz de acompañarla de un programa creíble de medidas a adoptar desde el gobierno y que de verdad -como dice el discurso de su candidata a lehendakari, Laura Mintegi- pongan a las personas y no a los capitales en el centro de la búsqueda de soluciones. De momento, la presentación de un equipo de gobierno y la elección de sus cabeza de lista muestran un camino de seriedad y solvencia.
EH Bildu rompe con la tradición de las campañas electorales de la izquierda abertzale. Lo hace, cabe suponer, porque la coalición es más amplia y porque, por primera vez, el independentismo progresista puede optar a ser la fuerza con más escaños en la Cámara de Gasteiz. No será fácil, pero la posibilidad está ahí.
Por eso EH Bildu no solo presenta una candidata a lehendakari, sino que ha cuidado muchísimo su elección. Además, Laura Mintegi va a tener un peso propio en la campaña que no tuvieron, por ejemplo, los cabeza de lista de Bildu en las elecciones forales.
La falta de experiencia en la gestión que le achacan otros partidos -tampoco la tienen ni Urkullu ni Basagoiti- se verá compensada en cualquier debate por la reconocida capacidad lingüística y la solidez ideológica que ha demostrado Mintegi en las entrevistas que ha tenido hasta la fecha, donde además hace uso de un lenguaje cercano a la ciudadanía, que escapa de muchos clichés que utilizan los políticos más tradicionales.
La intención de EH Bildu de presentarse ante el electorado como la alternativa al modelo único de PNV, PSE y PP, a quienes acusa de representar una fórmula de gestión muy similar y cuya práctica política nos ha traído a la situación actual, necesitará de mucha pedagogía y explicaciones, que además de arrastrar un voto de cabreo con el sistema posibilite generar fuerzas suficientes como para articular nuevas formas de gobierno en un momento económico tan comprometido. Si lo consigue, puede llevarse el premio de un voto de izquierda no abertzale cada vez más huérfano de referentes con posibilidades reales de cambiar las cosas.
El PSE intenta rentabilizar su oposición al PP
Resulta llamativo que el PSE, que llegó a Ajuria Enea de la mano del PP, haya encontrado en la pose de oposición al Gobierno de Mariano Rajoy la tabla que puede salvarle del naufragio más doloroso.
Por mucho que Patxi López reitere que necesita cuatro años más para poder consolidar su acción de gobierno y asegure que se presenta para ganar, nadie cree de verdad que el candidato de Coscojales pueda volver a sentarse en Ajuria Enea salvo como invitado.
El PSE se juega mucho en estas elecciones, porque perdida Lehendakaritza se queda sin ninguna institución importante. Por eso su única esperanza real es que los resultados fuercen al PNV a necesitar de una coalición para gobernar. Y ahí está Rodolfo Ares moviendo todos los hilos para intentar hacerlo posible.
El PSE, que todavía cuenta con la ventaja electoral que da gobernar y poder hacer decretos, basa su campaña en tratar de aparecer como el muro de contención de los recortes que impone Mariano Rajoy (de los que aplicó en tiempos de Zapatero no quiere acordarse) y en tratar de hacer ver que Iñigo Urkullu adoptará medidas similares. De ahí el empeño en hablar de «las derechas vascas» y en retar al candidato jeltzale a un debate cara a cara que sabe que nunca va a aceptar, lo que le sirve para acusar a Urkullu de «escurrir el bulto» y «esconderse», como hizo ayer mismo Rodolfo Ares.
A la espera de ver qué influencia tiene los problemas surgidos a la hora de conformar las listas, de momento parece que la estrategia del PSE está dando sus frutos, y el batacazo electoral que se pronosticaba hace unos meses se ve amortiguado por una caída mayor del PP y por una falta de despegue suficiente del PNV.
El PP se ahoga en sus propias contradicciones
Dice no querer hablar de presos, pero no hace otra cosa; dice no querer entrar en debates identitarios, pero se empeña en la defensa de España como si de Santiago Alcázar se tratara; asegura que los problemas son otros, pero no puede hablar de la crisis porque el Gobierno de Rajoy está haciendo todo lo que dijo que no haría y todo lo que a nadie gusta... El PP de Antonio Basagoiti se está ahogando en sus propias contradicciones y, para colmo, le crece Mayor Oreja.
El PP en la CAV está en unos porcentajes de voto peores que en 1994 y solo el apartheid le permitió a Antonio Basagoiti maquillar en 2009 con 13 escaños los peores resultados en muchos años. Ahora ya no hay red y el hecho de estar gobernando en el Estado, lejos de ser una ventaja, es un serio inconveniente, con lo que el golpe puede ser enorme en este caso.
Además, el monstruo que ha alimentado durante años, estableciendo una red clientelar con foros y asociaciones de marcada tendencia ultraderechista para atacar al PSOE, se ha vuelto en su contra. Si Antonio Basagoiti trata de ofrecer un mensaje renovador y centrista -con gestos como la presentación del alcalde de Gasteiz, Javier Maroto, en el segundo puesto por Araba- se ve tachado de melifluo por otros alaveses como Santiago Abascal, quien el sábado se sumó a la marcha de la AVT. Si, por contra, endurece su discurso derechista y españolista, corre el peligro de que los sectores más racionales de su electorado prefieran refugiarse en el PNV.
UPyD y las izquierdas desunidas
Quien parece estar en condiciones de pescar en los ríos revueltos del PP es Unión Progreso y Democracia, el partido de Rosa Díez que puede aprovechar su acercamiento a las posiciones de la AVT para colar a Gorka Maneiro en el Parlamento a través de Araba. Hace un año, cuando Mariano Rajoy era caballo ganador, UPyD se quedó a un 0,28% del límite necesario para optar a escaño. Ahora, con el desgaste de los recortes y toda la demagogia antidemocrática y contraria a Derecho que se está haciendo con el caso de Iosu Uribetxeberria, Maneiro podría lograr los cientos de votos que le faltan para repetir.
Quien lo tiene más difícil es Mikel Arana. Si Izquierda Unida obtuvo en 2009 únicamente un escaño, ahora que se ha partido en Ezker Anitza y Ezker Batua, cada cual con sus listas y nombres tan fácilmente confundibles, las previsiones son poco halagüeñas.
Hay ahí unos 40.000 votos de izquierda que pueden ser importantes e incluso decisivos, según en qué dirección vayan el próximo 21 de octubre.