¿Quién rescata a los trabajadores?
Desde la última intervención de Mario Draghi, hace casi una semana, el eventual rescate de la economía española y sus posibles consecuencias han copado portadas y titulares. Sin embargo, mientras los focos se centran en las grandes cifras macroeconómicas, las políticas que personas como el propio presidente del BCE y buena parte de la clase política europea están aplicando con la excusa de la crisis siguen desgarrando a la clase trabajadora y causando verdaderos dramas. Aunque sin tanto eco en los medios de comunicación.
Así, una vez pasado el espejismo estival, la tasa de paro vuelve a repuntar de forma inexorable -los datos de agosto fueron pésimos, especialmente en Araba- y se sucede el goteo de empresas que bajan la persiana dejando en la calle a sus trabajadores. Ayer, Formica presentó un ERE de extinción que afectará a 170 de las 205 personas que trabajan en la planta de Galdakao, en la que no habrá más actividad productiva y apenas se mantendrán algunas funciones administrativas, con el único objetivo de mantener su domicilio fiscal. Según informó la dirección, la producción será trasladada a Valencia, lo que supone un duro golpe para la plantilla de la fábrica galdakoztarra. Un golpe, además, premeditado, ya que los propios afectados saben que la empresa les ha ido restando clientes, cuya demanda ha sido satisfecha desde otras plantas de Europa.
Para esas 170 familias, y para las miles de personas que en los últimos años se han visto en una situación parecida, nadie parece haber previsto ningún rescate. Al contrario, sea o no intervenida formalmente la economía española -ya lo está de facto-, los nuevos ajustes que prevé aprobar el Ejecutivo causarán más paro y una menor protección para quienes pierdan su empleo. Por ello, del mismo modo que el capital piensa en «macro», la respuesta de la clase obrera debe ser también colectiva y solidaria. Para los trabajadores no habrá más rescate que el que ellos mismos se provean.