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25.000 personas en el festival de Folk de Getxo Disolvente

Alrededor de 25.000 personas han acudido al 28 Festival Internacional de Folk de Getxo que se ha celebrado del 5 al 9 de setiembre. El cartel estaba compuesto por el senegalés Cheikh Lô y la banda irlandesa Kíla -las actuaciones más concurridas-, el concierto conjunto de Mikel Urdangarin y Cristina Pato y el concierto de homenaje a Xabier Lete «Sortuko dira besteak».

Josu MONTERO

Escritor y crítico

Las autoridades penitenciarias brasileñas creen en el poder regenerador de la cultura. En un gesto tan ilustrado como conmovedor el Gobierno brasileño ha decretado que serán recortados al recluso cuatro días de condena por libro leído durante un mes; esto es, si un penado se lee al año doce obras verá reducida su condena en 48 días. Parece además que se han puesto rigurosos y no servirá leer cualquier cosa: solo vale la literatura y los clásicos, además de los libros de filosofía y ciencia.

Resulta ciertamente emocionante comprobar que aún hay quien confía en la capacidad transformadora de la lectura, en el poder redentor de la buena literatura. La literatura, sí, nos redime, pero nos redime de ser buenos ciudadanos. Me imagino a los reclusos devorando «Diario de un ladrón» de Genet o «El extranjero» de Camus o o «Crimen y castigo» de Dostoievski o... Cientos y cientos, mayoría por goleada, son las novelas poco o nada edificantes. La literatura, la de verdad, es un edificio sólido, pero a dios gracias bien poco ejemplarizante; es más bien un desbordante caudal de inconformismo y de disenso, una fuerza disolvente como pocas. Pero no hay problema, la inmensa mayoría de los más del medio millón de encarcelados en Brasil tienen evidentemente un nivel educativo ínfimo y a lo sumo optarán por leer a su compatriota Coelho y no a sus también compatriotas Ubaldo Ribeiro o Lispector, ni siquiera a Jorge Amado.

En gustos literarios tampoco nos diferenciamos tanto, no hay más que ver lo que se lee en el metro. Rajoy ha tenido la exquisita delicadeza de no subirnos el IVA de los libros, y además la buena literatura es mucho más barata que esos mamotretos que leemos en los transportes públicos. Pero claro, el problema no es económico. Nos tienen bien agarraos.

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