Jon Nikolas | Exconcejal y ex teniente de alcalde del Ayuntamiento de Bilbo
Primero el partido, luego... ya veremos
José Antonio Agirre fue el hombre que supo mantener el pulso y el respeto al pluralismo como respuesta en clave de país. A pesar de pedir con insistencia la nominación de una calle que recogiese el nombre del primer lehendakari, como dijo Santi Brouard, demostrado estaba que no interesaba a los burukides del PNV.
La comparecencia de EH Bildu en el balcón del Hotel Carlton provocó el escándalo político y enseñó las vergüenzas de los dirigentes de un partido que ha perdido el norte de su compromiso soberanista.
Una foto vale más que 1.000 palabras. Está demostrado. Cuando Laura Mintegi expuso el objetivo de la comparecencia en el mismo lugar donde un Gobierno de unidad trabajó en clave de país, la reacción por el acto fue esclarecedora. Las acusaciones de Iñigo Urkullu y Aitor Esteban superaron el espacio de 1.000 palabras insultantes arremetiendo contra la coalición soberanista y de izquierdas.
El intento de patrimonializar tanto la institución del Gobierno Vasco como la figura del primer lehendakari es la parte oscura de un partido prepotente que exige el pago a sus servicios. Decir que el acto es la distorsión absoluta de la realidad y un insulto a lo que fue la historia demuestra que los dirigentes del PNV se han quedado sin discurso político. Estas palabras de calentura jelkide, dichas por Iñigo Urkullu en el momento que enciende la antorcha de su precampaña electoral son el estallido de la incongruencia abertzale.
El Gobierno Vasco fue un gobierno de concentración de distintas ideologías y un modelo de unidad en una situación de emergencia ante el avance del fascismo. José Antonio Agirre fue el hombre que supo mantener el pulso y el respeto al pluralismo como respuesta en clave de país. Esta es la realidad de aquella historia que exigió el sacrificio de muchos gudaris y milicianos de izquierdas. Combatientes contra la rebelión militar que, con el apoyo del fascismo internacional, llegaba con la intención de acabar con nuestro pueblo y sus derechos políticos y sociales.
Esta historia es la referencia que se fotografió en el balcón del Hotel Carlton. Esta es la imagen que los dirigentes del PNV pretenden desdibujar a base de improperios y descalificaciones.
Desde su falta de discurso con credibilidad, la historia real es la realidad que hoy nos ofrecen. ¿Hablar de Agirre? ¡Por favor, es nuestro lehendakari! La conquista del Estado vasco de Nabarra es cosa del pasado, hasta el franquismo queda lejos; los burukides del PNV son más modernos, ahí están el BEC, su Think Gaur, ¡somos los mejores!...
Olvidan la historia reciente donde, todavía, muchos somos testigos y reclamamos el uso de la memoria como parte de crítica por encima de testimonios vacios. En las primeras elecciones municipales, representativas tras la dictadura franquista, en abril del año 79, fui elegido concejal en el Ayuntamiento de Bilbo. Nadie tenía experiencia en el ejercicio de la representatividad política.
Sin embargo, a pesar del vacío que el franquismo había creado, se pensaba que había que abordar la solución a muchos problemas pendientes que la democracia debía resolver. Para el PNV se hizo urgente reclamar prioritariamente el simbolismo de la autoridad conseguida con su mayoría en las elecciones. El año anterior, el 25 de agosto de 1978, había muerto el burukide Juan de Ajuriagerra. En el primer aniversario de su muerte, de forma singular, el Ayuntamiento de Bilbo dio su nombre a una calle del Ensanche que hasta entonces había llevado el nombre del General Espartero. Se sustituyó el callejero por el nombre del que fue dirigente del PNV, por decisión adoptada a los pocos días de ser elegido alcalde de Bilbo Jon Castañares.
Al año siguiente, 1980, en el Pleno municipal de junio, cuando todavía permanecía intacto el arsenal de nombres franquistas en el callejero, se modificaron 47 nominaciones. Ninguna afectaba a los símbolos del franquismo para no entrar en revanchismos. En las comisiones de trabajo se reclamaron otras reivindicaciones: Ercoreca, Jose Antonio Agirre...
La plaza de Ercoreca (último alcalde con la República) tuvo que esperar al año 1983. A pesar de pedir con insistencia la nominación de una calle que recogiese el nombre del primer lehendakari, como dijo Santi Brouard, demostrado estaba que no interesaba a los burukides del PNV.
La oportunidad para recoger el reconocimiento a la figura del primer lehendakari no llegó hasta el 14 de junio de 1990, siendo Alcalde de Bilbao José María Gorordo. Un alcalde peculiar del PNV. Pienso que la actitud de los burukides del PNV respondía a una realidad nunca explicada de una historia no asumida en su dimensión humana y política.