Catalunya mira de frente a su futuro

Una marea formada por cientos de miles de personas desbordó ayer las calles de Barcelona con motivo de la Diada Nacional de Catalunya. La manifestación que se celebró por la tarde a convocatoria de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) había sido calificada de histórica antes incluso de que comenzara, y sin duda hizo honor a tal calificativo, pero lo cierto es que durante toda la jornada era evidente el ambiente especial que envolvía la cita de este año. Quienes ocuparon las avenidas, no solo de la capital, sino también de otras ciudades y pueblos, eran conscientes de estar viviendo una etapa crucial en la historia de su pueblo, en el que todas las opciones parecen estar abiertas. Y entre ellas, la de la independencia se muestra cada vez más atractiva para el conjunto de la ciudadanía.

Esto es así a pesar de una clase política que va a rebufo de la sociedad y de los movimientos que están articulando el mensaje independentista. Políticos a los que, en líneas generales, no les queda más remedio que dejarse llevar por la corriente, tratando de capitalizarla en la medida de sus posibilidades, pero que en su fuero interno están deseando que amaine. Es el caso de Artur Mas, incapaz de esquivar la movilización popular pero sin ninguna gana de formar parte de ella, y que declaró que sin pacto fiscal con Madrid el camino de Catalunya hacia la libertad está abierto. No fueron pocos los que a través de las redes sociales le respondieron que ese camino debería estar abierto se cierre o no tal pacto.

Cada vez más catalanes y catalanas están tomando la determinación de empezar a construir un nuevo futuro para su país. Y en ese camino, deben sentir el aliento de las gentes de Euskal Herria, que siempre han tenido en los Països Catalans a un pueblo hermano. Lluís Maria Xirinacs, homenajeado ayer en el Fossar de les Moreres, fue un gran ejemplo de la amistad existente entre las dos naciones. A ambas les corresponde ahora alcanzar la libertad por la que él luchó sin descanso.