«El aniversario del 11-S se celebra este año en Estados Unidos en un momento en que el país se enfrenta a una derrota total en Afganistán -militar, política, económica y en todas las otras áreas-, después de haber agotado todos los demás medios para prolongar su guerra ilegal», afirmaron los talibanes afganos en una declaración publicada por la página de vigilancia de publicaciones islamistas.

La declaración añade que la guerra que Washington lanzó en Afganistán «bajo el pretexto de la venganza por el incidente de setiembre no tiene fundamento jurídico ni ético», y que los afganos no tienen nada que ver en lo que pasó.

Aunque Estados Unidos ha gastado «grandes cantidades de dinero y medios militares en la guerra, ningún estadounidense está hoy a salvo en cualquier lugar», indicó el comunicado.

Los talibanes también señalaron que «esto no es una amenaza», pero juran defender su patria y continuar su «guerra santa» contra los invasores.

Por su parte, el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta pidió recordar a los soldados estadounidenses que «luchan y mueren»en Afganistán.

Sobriedad

En una visita al Memorial de Shanksville, Pensilvania (este), donde se rinde homenaje a las víctimas del vuelo 93 secuestrado 11 de setiembre 2001, Panetta hizo hincapié en que la lucha contra Al-Qaeda no había terminado y que «todavía estamos perdiendo hombres y mujeres buenos en combate en Afganistán», comparando a los pasajeros del vuelo 93, que lucharon con secuestradores del avión, con las tropas que ocupan Afganistán. Las celebraciones que conmemoraron los atentados de 2011 en los que murieron casi 3.000 personas estuvieron marcadas por la sobriedad.

El silencio señaló las horas del día en que los aviones secuestrados chocaron con las torres del World Trade Center y el Pentágono, en la que cayó el de Pensilvania y en las que cayeron las torres.

Los nombres de los fallecidos fueron leídos por sus familiares, pero ninguna personalidad política tomó la palabra en Nueva York, y los diarios «New York Times» y «New York Post» no mencionaron el aniversario en sus primeras páginas.

Pese a la emoción de las ceremonias los estadounidenses parecen haber pasado página tras la muerte de Bin Laden.

El presidente, Barack Obama, aseguró que del 11-S «en los libros de historia quedará un mundo más seguro y un país más fuerte».

Por otro lado, un número récord de estadounidenses quiere que Estados Unidos participe menos en la escena internacional y gire su mirada a Asia más que a Europa, según un sondeo publicado el lunes. Esta encuesta, realizada por el centro de estudios Chicago Council, revela que el 67% de los estadounidenses cree que no mereció la pena comenzar la guerra en Irak en 2003, mientras que solo el 30% de los encuestados cree que la intervención en Afganistán ha reforzado la seguridad de Estados Unidos. Alrededor del 61% de los estadounidenses todavía quiere que su país tenga un papel activo en los asuntos mundiales, pero el 38% se opone, la tasa más alta jamás registrada por encuestas similares desde 1947. Por otra parte, el 70% de los estadounidenses creen que su país es el más grande y poderoso del mundo.