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Irotatheri, la comunidad yanomami que captó la atención mundial

Recóndita, apacible y arropada por la inmensa selva amazónica del sur de Venezuela, la comunidad indígena yanomami Irotatheri recibe inesperadamente a un grupo de periodistas invitados por el Gobierno para demostrar que no hay pruebas de una presunta masacre denunciada en agosto.
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No hay matanza, todo está fino (bien)», explica en español un yanomami de una comunidad vecina, que viajó con la comitiva para ejercer de traductor, tras conversar con Massupi, el jefe de la comunidad Irotatheri, en el municipio de Alto Ocamo (estado Amazonas), a tan solo 19 kilómetros de la frontera con Brasil.

Hace una semana, el Gobierno desplegó el operativo militar «Centinela» para investigar la supuesta masacre de unos 80 yanomami de Irotatheri a manos de mineros ilegales brasileños, según denunció la asociación civil Horonami Organización Yanomami (HOY) y la ONG Survival International, que defiende los derechos de los pueblos indígenas.

Tras una primera incursión, las autoridades aseguraron que no se encontraron «prueba» de la supuesta matanza y el Ejecutivo autorizó a un grupo de periodistas a visitar la zona a raíz de insistentes denuncias de Survival, con sede en Londres.

Por lo general casi desnudos, en esta ocasión los Irotatheri reciben la visita ataviados con telas rojas: unos cubren sus genitales, otros adornan sus cabezas o las mujeres la usan para cargar a sus bebés. El «nuevo atuendo» es un regalo de la ministra para los Pueblos Indígenas, Nicia Maldonado, que llegó días antes a la zona para investigar la denuncia de la masacre.

«Sienten miedo al paso del helicóptero, todos huyen», comenta Oscar Pérez, un estudiante de Medicina que viajó en el avión con la comitiva invitada por el Gobierno para visitar la zona y realiza sus prácticas en comunidades cercanas a Irotatheri.

En cuanto la comitiva sale del helicóptero, los indígenas, curiosos, dan palmaditas de bienvenida en el pecho a sus visitantes.

En este aislada zona no hay rastro aparente de violencia ni de muerte, constatan los periodistas de AFP.

Sus habitantes, que mantienen un bulto de tabaco en la boca casi sin masticar, preparan una danza de bienvenida mostrando sus lanzas y arcos y el rostro pintado con líneas negras. Algunas mujeres cubren los ojos de sus hijos en brazos cuando son fotografiadas para «evitar que pierdan su espíritu», explica el traductor.

Tras la denuncia de HOY, una primera patrulla, formada por 15 personas -entre ellos militares, un traductor y un experimentado yanomami-, «caminó siete días por la selva amazónica» para llegar hasta los Irotatheri en «busca de pruebas» de la masacre, relata el teniente coronel Orlando Romero, que dirigió la expedición.

«Cuando llegamos se asustaron», dice Romero en el patio central de los siete shabonos (chozas) de la comunidad, con unos 50 habitantes. «Dar con una comunidad de estas es extremadamente difícil y peligroso», añade, explicando que solo se puede llegar al lugar a pie o tras una hora de vuelo en helicóptero.

Cuentan solo hasta dos

La etno-lingüista Mari Claude Mattéi Muller, de origen franco-argelino y experta en esta etnia, explica a AFP que Irotatheri es una de las cientos de comunidades yanomami que habitan un área fronteriza de 200.000 km2. «Se calcula que en Venezuela existen unos 15.000 yanomami y otros 20.000 en el lado brasileño», afirma Mattéi procurando ser prudente con las cifras puesto que dice que en Venezuela no hay un censo exacto de esta población.

A su juicio, es difícil saber si realmente ocurrió la matanza, puesto que solo la cifra de 80 muertos le parece sospechosa. «Para los yanomami existen los números uno y dos, y todo lo superior lo llaman `muchos'», sostiene, aunque señala que algunos de sus amigos en las comunidades le alertaron que «algo pasó», sin atreverse a confirmar nada.

Señala que los yanomami son un pueblo nómada, por lo que no se puede determinar si es la primera vez que Irotatheri es contactada por el mundo moderno, como sospecha, por su parte, Romero.

Los primeros registros de la existencia de los yanomami, el pueblo indígena más grande del estado Amazonas, datan de inicios del siglo XIX, cuando el explorador y geógrafo alemán Alexander von Humboldt se encontró con cuatro de ellos mientras recorría varias zonas de Venezuela, relata Mattéi. Pero fue a finales de los años 50 que «el contacto comenzó» con varias comunidades, cuando misiones de salesianos y evangelistas «se instalaron a lo largo del río Orinoco», añade.

La etno-lingüista asegura que en toda la frontera con Brasil «existen hace varios años» garimpeiros (buscadores ilegales de oro y otros minerales), que casi siempre están armados y que ante «necesidades de alimentos o mujeres» suelen «atacar comunidades yanomami u otras que estén cerca».

Leo RAMÍREZ-

Valeria PACHECO

AFP

ZONA FRONTERIZA

Irotatheri es una de las cientos de comunidades yanomami que habitan un área fronteriza de 200.000 km2. Hay unos 15.000 en Venezuela, donde no existe un censo exacto, y otros 20.000 en Brasil.

Survival matiza y habla ahora de «incidente violento»

La ONG Survival International matizó su denuncia y aseguró que no le consta que se hubiera producido una matanza de indígenas yanomami en el sur de Venezuela, aunque advirtió de que sus «fuentes confidenciales» sí detectaron «un incidente violento» por parte de mineros brasileños en la Amazonia venezolana. Las primeras denuncias de Survival generaron críticas del Gobierno de Hugo Chávez, que acusado a la derecha política de inventarse una masacre para desestabilizar al presidente de cara a las elecciones de octubre.

El director de la ONG, Stephen Corry, ha matizado, tras recoger «testimonios propios de fuentes confidenciales», que »no hubo ningún ataque» contra esta comunidad, según declaraciones a la cadena estadounidense CNN. GARA

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