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Primero hay que ser oruga para convertirse en mariposa

Osasuna está inmerso en una metamorfosis y eso requiere tiempo. Los cambios no son solo de nombres -de sobra es conocida la marcha este pasado verano de futbolistas que habían tenido mucho peso en la última etapa rojilla-, sino también de filosofía de juego, acorde a las características de los jugadores que han llegado al vestuario.
La campaña pasada el equipo adolecía de profundidad por las bandas, un hándicap que parece subsanado en la presente, pero se han perdido otras virtudes, como la envergadura o la peligrosidad en las jugadas de estrategia. Todo no se puede tener y menos en un club con la chequera de la entidad rojilla.
Hará falta tiempo para que el grupo, y la afición también, se acomoden a la nueva situación. Al fin y al cabo, el final de una metamorfosis siempre es feliz: la fea oruga se transforma en una bella mariposa.

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