Un punto de quince posibles
Solo tres precedentes de idénticos inicios ligueros
Durante las cinco primeras jornadas de la 1983-84 y la 1993-94, en Primera, amén de la 1995-96, en Segunda, la escuadra navarra tan solo consiguió sumar un empate, encajando otras cuatro derrotas, como ha ocurrido ahora.
Natxo MATXIN
Es la cuarta vez en su historia que Osasuna comienza de tan malas maneras un campeonato liguero. Un punto de quince posibles no es un cómputo como para enorgullecerse, pero tampoco se trata de una excepción si recurrimos a antiguos precedentes, algunos de infausto augurio, como el de la campaña 1993-94, en la que la escuadra navarra acabó descendiendo a Segunda División.
Precisamente es en esta categoría donde se produjo el último episodio en el que los rojillos obtuvieron tan mal bagaje en el comienzo de un torneo de la regularidad. Fue en la 1995-96. Los rojillos empezaron perdiendo en casa ante el Mallorca (0-2), continuaron en esa misma línea ante el filial azulgrana (3-0) y volvieron a caer en El Sadar frente al Hércules (0-1).
La cuarta jornada fue en la que se consiguió el único punto, merced a un empate en Getafe (1-1) para retomar la senda de las derrotas en la quinta, coincidiendo con la visita a otro filial, en este caso el merengue, donde cayeron por 2-0. La dinámica perdedora acabó llegado el sexto partido, donde Osasuna sí encontró el camino adecuado en propio feudo, goleando al Écija por un contundente 5-0.
Dos temporadas antes, en la 1993-94, el plantel encarnado vivió la misma situación, que no presagiaba nada bueno, como así ocurrió al final. A los entonces dirigidos por Pedro Mari Zabalza ya se les atragantó el Real Madrid en su estreno liguero (1-4), aunque consiguieron rehacerse en parte en la posterior visita al Sánchez Pizjuán, donde pudieron empatar a uno.
La reacción quedó ahí. En los siguientes cuatro encuentros volvió a recrudecerse la situación. El equipo rojillo volvió a hincar la rodilla en su estadio ante la Real (0-2), repitió mal resultado en su desplazamiento a Albacete (2-1) y no levantó cabeza en El Sadar, donde perdió en la quinta jornada por 2-3 frente al Fútbol Club Barcelona.
Ivan Brzic la superó
Como ya ocurrió este pasado sábado, la sangría no la paró La Romareda, sino que la prolongó una semana más. Osasuna también cayó en aquella ocasión en el estadio blanquillo (2-1) y solo el derbi frente al Athletic en San Mamés acabó con tan paupérrimo rendimiento. La escuadra navarra ganó en Bilbo (1-2), pero ello no evitó que acabase siendo pasto de las llamas de la Segunda División.
Diez años antes, el recién llegado Ivan Brzic tuvo que salir al paso de una situación similar. El técnico serbio aterrizó en la 1983-84 para sustituir al mítico Pepe Alzate, pero le costó cogerle el tino a la Liga. Comenzó empatando a cero con el Salamanca en su estreno en El Sadar -el único punto que sumó en esas primeras cinco jornadas- y perdió por la mínima en el Camp Nou blaugrana.
No tuvo más fortuna en su segundo encuentro en propio campo -el Atlético ganó por 1-2- y repitió derrota en dos salidas consecutivas. Salió goleado del Sánchez Pizjuán (3-0) y también cayó en el campo periquito (2-0). La historia se repite ahora.
En la 83-84 y la 95-96, la escuadra navarra incluso anotó menos goles que ahora, solamente uno en cada una de ellas. En la 93-94 encajó más goles también, 12 frente a los diez que le han marcado en el presente comienzo liguero.
La situación actual es menos ventajosa con respecto a algunos de esos precedentes, ya que por aquel entonces, un empate tenía más valor al no ser premiada la victoria con tres puntos, como ocurre en el actual sistema de competición.
Osasuna ya debe centrarse en su inmediato escollo, el Levante. Los de Juan Ignacio Martínez, que disputan también la Europa League, ya fueron un rival propicio la temporada pasada cuando llegaron imbatidos a El Sadar y considerados como el equipo revelación del viejo continente.
Sin embargo, los rojillos tuvieron paciencia, evitaron espacios que aprovechase su enemigo, y con dos goles al filo del descanso, marcados por Cejudo y Nino, los tres puntos se quedaron en Iruñea. Después, la escuadra navarra se quedó con diez, se lesionaron Bertrán y Sergio, y hubo que apretar los dientes. N.M.
La plantilla vuelve hoy al trabajo -Tajonar, 10.00- con la vista puesta en recuperar la autoestima y encarar el partido contra el Levante -domingo, El Sadar, 18.00- como si fuese una final. Mendilibar tendrá que seguir buscando alternativas a algunas bajas seguras -Puñal y Damià-, mientras que, tras cumplir su sanción de un encuentro, se da por seguro que Joseba Llorente volverá a liderar el ataque rojillo. El agujero en defensa es uno de los déficits que se deberá subsanar.
El juvenil de División de Honor se afianzó en su liderato tras vencer por la mínima en el derbi que le midió a la Real en las instalaciones de Tajonar. Por su parte, el equipo de Liga Nacional empató a uno en el campo del Pamplona. En lo que se refiere a los conjuntos cadetes, ambos golearon por cuatro a uno, el A en casa frente al Tudelano y el B, en Barañain ante el Lagunak. Los infantiles se estrenaron con goleadas.